La única asociación de africanos LGTBI en España advierte del repudio que sufren por parte de los propios inmigrantes y busca alianzas entre los colectivos españoles.
Ellas les llamaban ‘los gánsteres’ y ellos las esperaban a la salida del campo de fútbol para violarlas y luego matarlas. Eran niñas de Duala, la capital de Camerún, que no llegaban ni a los 18 años y ya habían sufrido todo lo que nadie debería experimentar ni en una vida entera. Entre las jóvenes estaba Danielle Nicole MBoume, que nunca dejó el fútbol, e hizo de la pelota un amuleto para jugar su verdadero partido: la lucha por los derechos de las personas LGTBI en África y la visibilización de los africanos que viven en España en un “segundo armario”. Lo hace a través de su asociación Día-Día África Libertad, la única en nuestro país que trabaja actualmente en esta dirección.
El Código Penal de Camerún advierte de que todo aquel que mantenga relaciones sexuales con una persona de su mismo sexo será penado con prisión de seis meses a cinco años y una multa de 20.000 a 200.000 francos CFA —aproximadamente de 168 a 1.676 euros—. En 2017 han empezado los primeros esfuerzos por crear un Observatorio de Derechos Humanos que controle las violaciones de las personas homosexuales en este país de África central, porque sigue siendo duramente hostil y peligroso para el colectivo LGTBI. La organización camerunesa Humanity First advirtió de que un grupo homófobos locales amenazaron a activistas en la ciudad de Duala, lo que llevó a muchos de ellos a abandonar sus hogares. Las amenazas llegaron recientemente hasta la capital del país, Yaundé, donde el presidente de esta asociación, Jules Eloundou, fue blanco de dos ataques homofóbicos bajo la apariencia de robos.
Según el último informe anual de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gais, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA), existen 72 estados que criminalizan las relaciones sexuales entre personas adultas del mismo sexo, y 24 están en África. Muchas leyes los contemplan como delitos contra natura, califican la homosexualidad de sodomía voluntaria o exigen medidas de seguridad complementarias para las personas con esta tendencia sexual. Pero la forma más extrema de penalización, que es la muerte, sigue siendo efectiva, según ha podido corroborar el ILGA en ocho países del mundo, la mitad de los cuales son africanos: Sudán, Nigeria, Somalia y Mauritania.
Las mujeres africanas homosexuales y transexuales que huyen de África lo hacen para toda la vida, y eso se refleja, según los activistas, en el comportamiento que tienen en los respectivos países de acogida. “Los hombres suelen tenerlo más sencillo porque si vuelven a África siempre estarán en una situación superior a la de la mujer”, dispara Danielle. Según explica, ellas no pueden volver porque están manchadas y ya no sirven para el matrimonio. “Hay mujeres africanas en España que optan por decir que son bisexuales aunque sean lesbianas, porque es una forma de protegerse de la discriminación del resto de negros”, comenta sin temor a la exposición pública.
La pregunta “¿también hay lesbianas en África?” ha llegado a repetirse en la historia personal de Danielle. La defensa de los derechos del colectivo LGTBI en España es una crónica de éxito y los inmigrantes africanos quieren ayuda para construir su camino en la tolerancia y la diversidad sexual: “Los españoles han podido luchar en su propio país, pero es importante entender que si la homosexualidad no fuese un crimen en África, nosotros no estaríamos aquí”.
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