Nuestro orientalismo introyectado invita a que pensemos en Medio Oriente y el Norte de África como una región de faraones, camellos, velos y turbantes.
Para lxs más diversxs, también nos recuerda a cuerpos aceitados y sensuales, barbas delineadas en pieles doradas y pestañas de Aladdín.
Aunque la vida LGBTTTI no siempre es un carnaval, aprovecharé unas cuantas líneas para aclarar algunos mitos y realidades sobre la diversidad sexual en la región. Si bien recojo algunas preguntas del público enjotecido, muchas otras me venían a la mente cada vez que contaba de los antros gais, de los lugares de cruising y de los saunas que visité —por motivos meramente académicos y etnográficos, claro está.
Hay una tradición homoerótica muy extensa en la región, por lo que la comunidad LGBT+ puede encontrar huecos en la legislación. Además, la ley islámica, o shari’a, no prohíbe la homosexualidad, sino la sodomía. Como existen cuatro escuelas de jurisprudencia en el Islam sunni, e Irán sigue el Islam shi’a, podremos imaginar la cantidad de interpretaciones que existen para condenar a alguien por cusca. Por ejemplo, en Arabia Saudita se requieren al menos 4 testigos, según la ley islámica, que afirmen que una pareja de hombres durmió en el mismo lecho. En Irán te declaran culpable según el sexo, estado civil, religión, posición durante el acto (¡aguas los activos!), edad y tipo de relación sexual (penetrativa o no). Por lo demás, hay una clara división entre la vida privada y la pública. Todo lo que pasa detrás de tus puertas será un misterio para la persona que busca el chisme.
Para leer el interesante artículo publicado por la página web sopitas.com y firmado por Miguel A. Fuentes Carreño, pinchad aquí.
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