Los géneros temáticos centrados en relaciones homosexuales, (shojo-ai y shonen-ai en el caso de relaciones románticas; yuri y yaoi en el caso de relaciones sexuales) están perfectamente consolidados en el manga-anime desde hace décadas, rigurosamente separados de otras temáticas.
Tienen su público propio como tienen sus propios cánones y hasta sus propias revistas.
Lo curioso de estos géneros es que llaman tanto la atención que tienden a ponerse a la altura de categorías demográficas como son kodomo, shojo, shonen, josei y seinen, a pesar de que los géneros temáticos se refieren al contenido de las obras (como pueden ser misterio o deporte) y las categorías demográficas, al público al que están orientadas (por ejemplo, para niños o para mujeres adultas). Pero, ¿qué sucede cuando una obra que tiene contenido no cisheteronormativo no está clasificada en ninguno de estos cuatro géneros temáticos? Los ejemplos no abundan, pero existen.
En muchos casos, las relaciones no cisheteronormativas (o los personajes no cisheteronormativos) son secundarios para la trama y apenas reciben atención, con lo que pueden pasar desapercibidos. Cuando son los protagonistas, en cambio, los que rompen la cisheteronorma, empieza a abrirse el debate. Algunos, por la mera existencia de la temática LGTB+ en la obra, la clasifican automáticamente en uno de los géneros temáticos antes mencionados, incluso si esa no era la intención del autor al crearla.
Esta atención desmesurada y esta tendencia a forzar dentro del género productos que no están pensados para adaptarse a él demuestran que el público está muy poco acostumbrado a aceptar personajes o relaciones LGTB+ como un elemento más de la trama, como una característica más de la obra, como puede ser la existencia de la magia en el mundo descrito o el carácter bromista de un personaje. Es decir: con normalidad.
Si el contenido LGTB+ está ahí y no está suficientemente camuflado como cuestión secundaria, se considera que es necesariamente significativo y se señala automáticamente por encima de otros elementos de la historia. Aunque la mayoría no son conscientes de ello, algo que puede parecer tan inocente como categorizar una historia según la orientación romántica o sexual de sus personajes es en realidad una señal de que existe un problema social arraigado.
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