Hablar sobre sexo anal es un tabú. Freud decía que el pudor, la repugnancia y la moral, se oponen a los instintos sexuales. Como no se le ve utilidad al sexo anal, hemos decidido culturalmente que debemos relegarlo al olvido, a sólo decirlo entre voces, a intentar ocultarlo de los demás, llamarle sucio y asqueroso cuando en algún momento fue una de las prácticas más comunes de las sociedades.
Por dos mil años decir “sexo anal” fue y es sinónimo de depravación y condena, porque con el auge de la religión cristiana, en la que hombres y mujeres tenían relaciones sexuales para la supervivencia de la especie, se convirtió en una sucia pasión que no tenía ningún objetivo mas que la carnalidad.
Aquellos que consideren que el sexo anal es solamente para homosexuales, están muy equivocados, en realidad, desde la antigüedad había sido practicado por diferentes culturas tanto hombres y mujeres, en relaciones heterosexuales y también, pero no principalmente, homosexuales.
En los orígenes de la civilización, muchas veces durante los periodos menstruales, las parejas preferían tener sexo anal. Las piezas de cerámica peruana muestran producciones en las que el erotismo aparece con penetraciones en orificios que no son lo que imaginamos.
En Grecia era común la homosexualidad y también era bastante normal que los más jóvenes fueran amantes de hombres mayores, quienes debían procurar una vida adecuada tanto en educación, como política, científica y moral de su protegido. Evidentemente eran los mayores quienes penetraban a los jóvenes, porque una relación con un hombre de la misma edad significaría deshonra, con la connotación de ser intelectualmente inferior o inexperto.
En Roma, emperadores como Marco Antonio o Augusto César tenían amantes masculinos, pero cuando el Oscurantismo llegó a Europa, la vida cambió por completo. Dejó de ser importante el amor por el cuerpo, por la perfección y la belleza de la naturaleza para concentrarse en la religión.
Homosexualidad y cualquier fetiche debían ser considerados pecados y ya que el sexo anal no permite la reproducción, debería ser condenado. En el siglo VI d.C. el Imperio Romano prohibió la homosexualidad por influencia religiosa, la Iglesia regulaba la frecuencia con la que un matrimonio debía tener sexo: las familias no podían hacerlo cuarenta días antes de Navidad, ocho días después a Pentecostés, los miércoles, viernes, domingos, las fiestas religiosas, los días de ayuno, cinco días antes de la Comunión y uno después. Las leyes eran severas y de no acatarlas, el poder de la Iglesia era tanto que podías terminar en prisión.
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