Cada uno sale del armario cuando le da la gana (si le da la gana). Vivir dentro o fuera del armario que te dé la gana y que obligar a la gente a desarmarizarse es otra forma de intolerancia.
Aunque soy de los que siempre que puede deja caer que es homosexual, porque dentro de mis criterios considero que ayuda más a normalizar la cuestión y porque he llegado a la conclusión de que así me ahorro preguntas y equívocos, últimamente me molesta bastante ver cómo gente gay y heterosexual se autootorga la licencia para exigir a los demás honestidad sobre su orientación sexual, fundamentando que es de cobardes mantenerla en el anonimato, que estamos en el siglo XXI o que hacen un flaco favor al colectivo. ¿Perdón?
Lo primero. Hay que aclarar que salir del armario no tiene por qué significar que te lo tengan que decir a ti, concretamente, que eres un cotilla y pierdes tu tiempo especulando sobre sexualidades ajenas. Quizá esa persona está totalmente asumida en su intimidad, echa unos polvos escandalosos en casa con su marido y simplemente no cree necesario compartir esa parcela de su identidad contigo, igual que no te dice que los domingos va a la piscina y los lunes le gusta ir a la sesión de cine de las 7 pm.
Lo segundo. Me hace mucha gracia que los mismos heterosexuales para los que sería una tragedia tener un hijo gay, aquellos que te insultaban en el instituto, impongan ahora sus criterios de transparencia a quien consideran es homosexual. Hasta en eso van a tener que decidir ellos cuando uno tiene que ser "valiente", "ejemplar" o "consecuente".
Para leer el articulo completo publicado en la página web revista gq.com, pinchad aquí.
© 2014 - 2024 Development by Clara Díaz Fonticoba. All Rights Reserved.