Para pagarme los estudios universitarios aquel verano iba a trabajar en el bar de un familiar en un pequeño pueblo de montaña. La verdad es que pocas distracciones iba a tener en aquel recóndito lugar, lo que me vendría bien para estudiar las muchas asignaturas que tenía pendientes para septiembre. Ni discos, ni playas con chulazos en minúsculos bañadores, ni tan siquiera gente de mi edad.
La clientela del bar, al igual que casi la totalidad de la población, eran simpáticos jubilados. Durante los primeros días allí el único que me alegró la vista por unos instantes fue el repartidor de bebidas que no volvería hasta la quincena siguiente. Todo cambio el fin de semana cuando aparecieron en el bar una pareja de la guardia civil a tomarse un café. El primero en entrar era un guardia ya entrado en años y bastante feo pero su compañero ya era otra cosa, solo entrar en el bar no pude quitarle la vista de encima. Un morenazo guapísimo de unos 30 años, de más de 180 de altura, con barba y con el uniforme todo ajustado en un cuerpo ancho y musculado.
Mi polla reaccionó al instante y no tardó en alcanzar sus 18 cm deseando escapar de los vaqueros que llevaba puestos. Mi familiar me los presentó y al darme la mano un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. En ese momento me sentí insignificante con mi escaso 170 y cuerpo delgado. Al mirarme con sus ojazos verdes me quedé como embobado, cosa que él debió notar, porque me sonrió y me preguntó si me pasaba algo. A duras penas pude contestar mientras me ruborizaba un poco.
Durante los siguientes días pasaron por el bar a tomar café mientras hacían la ronda por los pueblos de la comarca, convirtiéndose en el mejor momento del día para mi.
Un sábado por la noche cuando ya estaba cerrando y limpiando el local con la persiana medio bajada llamaron a la puerta. Iba a despacharlo rápidamente cuando reconocí la voz del guardia civil buenorro. Me asomé y me sorprendió verlo de paisano, con bermudas y camiseta de tirantes que dejaban ver su torso musculado y ligeramente cubierto de vello.
Se disculpó por venir al bar estando ya cerrando pero como era el único lugar que vendían tabaco en kilometros a la redonda no tenía otro lugar donde ir. Le invité a pasar y cuando entró bajé del todo la persiana para que nadie nos molestara.
Como me dijo que iba vestido así por ser su día libre me animé a invitarle a una cerveza. Nos sentamos en una mesa y mientras se fumaba un cigarro y se tomaba la cerveza fuimos hablando de nuestras cosas.
Al preguntarme si tenía novia le contesté que no, que en todo caso lo que tendría sería novio, esbozando una tímida sonrisa no sabiendo muy bien como reaccionaria.
Se rió y me dijo que allí lo iba a tener difícil para encontrar algún chico guapo, que eran todos muy mayores para mi. A lo que armándome de valor le contesté que para chico guapo ya estaba él.
El guardia civil esbozó una picara sonrisa y con una de sus grandes manos se tocó el paquete.
“A ver que eres capaz de hacer con esto” me dijo a modo de reto. No me lo pensé dos veces, me levanté y me puse de rodillas delante de él. El guardia civil me cogió de la cabeza y la llevó hasta su entrepierna.
Se puso bien cómodo en la silla, con una mano ocupada con el cigarro y la otra con la cerveza me dejó hacer a mi. Le desabroché la bragueta y enseguida pude ver un hermoso bulto bajo unos slips oscuros. Le quité rápidamente las bermudas y también los slips, liberando un grueso pollón de mas de 20 cm.
Hacía semanas que no me comía un rabo y estaba todo cachondo. Me lo tragué hasta el fondo para demostrarle lo que era capaz de hacer, para luego seguir con una lenta y profunda mamada. El guardia civil no decía nada, solo disfrutaba de la comida de rabo mientras iba apurando el cigarro y la cerveza. Cuando se los terminó y ya con las manos libres empezó a guiarme la mamada posando sus fuertes manos sobre mi cabeza.
Me hizo levantarme y me dijo que me fuera desnudando. Mientras me iba quitando la ropa el guardia civil se iba masturbando sentado en la silla con sus zapatillas y su camiseta de tirantes aun puestas. Ya desnudo del todo me pidió que le mostrará bien mi culo, redondito y respingón. Me sentó sobre él y mientras me cogía fuertemente con sus musculosos brazos me susurro al oído: “Esta noche serás mi zorrita”.
Se levantó de la silla y de nuevo me puso de rodillas. Me ordenó que pusiera las manos a la espalda y que abriera la boca. Acto seguido empezó a follarme la boca durante un buen rato sin dejar que me tocará. Mi rabo estaba completamente duro pero sabía que tenía que obedecer todo aquello que me mandase aquel chulazo y no tocarme por muchas ganas que tuviera.
Cuando se canso de follarme la boca me preguntó si hacia mucho que no me follaban, le contesté que ya hacía algunas semanas así que mi ojete estaría un poco cerrado, que fuera con cuidado dado el tamaño y el grosor de su rabo.
El guardia civil me cogió como si nada y empujó mi cuerpo sobre una de las mesas, apuró mi botellin de cerveza y luego lo escupió en mi culo. Acto seguido empezó a meterme algunos de sus dedos, cuando fui a quejarme que me hacia algo de daño obtuve como respuesta unos buenos azotes.
Aquella situación de ser dominado por aquel pedazo de macho me encantaba, era una de mis fantasías por cumplir. Callé y dejé actuar al guardia civil. Al momento noté algo frió rozando mi ojete. Era uno de los botellines de cerveza, me lo estaba metiendo lentamente para abrirme el culo. Fue poco a poco y cuando ya mi culo empezó a dilatar empezó a follármelo suavemente con la botella a modo de dildo. Luego lo retiro suavemente para que no hubiera ningún problema, y ya con el culo dilatado y él con un condón en su polla empezó a metérmela.
Al principio aun le costó un poco, dado el grosor de su pollón, pero cuando la tuvo toda metida empezó una brutal follada que estuve a punto de desfallecer, suerte que estaba apoyado sobre la mesa. Al rato me tumbó sobre la mesa con la piernas bien abiertas. De esta manera podía contemplar la cara de vicio con la que me estaba partiendo el culo mientras se fumaba otro cigarrillo. Que gustazo ver aquel chulazo dándome rabo a saco, notando como me la clavaba hasta el fondo.
Cuando ya estaba a punto de correrse dejó de follarme y me puso de nuevo de pie, apoyando mi torso sobre la mesa y dejándole una buena vista de mi culo bien abierto. Se corrió sobre mi culo, marcando el territorio, diciéndome que aquel verano mi culo le pertenecía y que solo él me iba a follar. Le contesté que por supuesto, que mi culo era solo suyo y estaba a su disposición para cuando él quisiera follárselo.
Se vistió y se marcho sin despedirse. Cuando ya estaba solo me puse un poco de hielo en mi dolorido culo para aliviar un poco el escozor que sentía en ese momento mientras me hacia un pajote recordando la follada más morbosa que me había metido nunca. Esperando que la cosa se repitiera durante aquel verano.
Fotografias por google.com
© 2014 - 2024 Development by Clara Díaz Fonticoba. All Rights Reserved.