SCARY CARNIVAL: SEXO Y SANGRE
EL MUCHACHO DE LOS OJOS GRISES VII
Un dormitorio grande, más grande de lo normal, parecía haberse hecho de unir dos habitaciones tirando un tabique, pues aún quedaban marcas en las paredes donde antes estaba la división. También se podía comprobar porque tenía dos balcones separados entre sí por apenas metro y medio. De unas barras de hierro forjado colgaban unos visillos vintage que tapaban las viejas puertas de color marrón oscuro. Se notaba que eran antiguos porque en algunas partes tenían algún roto y porque el color amarillento que se apodera de los tejidos blancos con el paso del tiempo, desentonaba sobre el fondo tiza de las paredes.
Una cama de dos por dos destacaba en la estancia situada entre los dos balcones. Un cabecero de latón coronaba el lecho. A ambos lados dos mesillas muy distintas una de la otra. Una de madera policromada y un pequeño cajón con tirador de bronce. Sobre ella una lámpara quinqué que parecía extraída de una película de Indiana Jones, junto a un teléfono de góndola rojo. La otra mesilla desentonaba con el conjunto del resto, era de metacrilato. Encima un cenicero lleno de colillas, un tubo de crema lubricante y envases de preservativos abiertos, una tarjeta de crédito con manchas de un polvo blanco en los bordes y un billete de diez euros enrollado a forma de canutillo.
En la pared derecha de la cabecera pintada de granate también, un maniquí de mujer vestido con un biquini de seda salvaje y adornado con gemas de colores simulando piedras preciosas parecía mirar con asombro a los dos personajes que dándole la espalda se miraban en un tocador. Uno de ellos embutido en un precioso vestido de lentejuelas y estrás de diferentes colores que reflejaban la luz amarillenta de una lámpara de lágrimas de cristal que pendía del techo de la alcoba. El otro completamente vestido de oscuro como una noche de invierno, pantalón jean negro y camisa del mismo color de algodón. Muy delgado para vestir así ya que este color adelgazaba más aún su figura. De aspecto caribeño el joven se miraba en un espejo modernista, mientras canturreaba.
— Date prisa maricón que vamos a llegar tarde. —Le dijo Pasión al Jordi mientras terminaba de darse colorete ante el espejo del tocador y remarcar con su delineador la línea oscura que bordeaba sus hermosos ojos.
—Yo ya he terminado. Pasión, bonita, maca. Eres tú la que no acaba. Ya es la tercera vez que te retocas los ojos…ay mare de deu…
—Aaaaaag, calla no me pongas más nerviosa, encima quieres mezclar el acento Catalán con el Cubano y eso suena odioso, Maricón. Abróchame la cremallera del vestido y calla. —Protestó la travesti.
—Pues mete barriga, que si no, entonces no puedo. Si esto te pasa por querer meterte en dos tallas menos de la tuya…
—Sí, si ya lo sé ya lo sé que tengo yo la culpa, le dije a Salao que me la entallara…pero más bien es tuya por los fritos. Te tengo dicho que no me pongas fritos para cenar. Y yo queriendo hacer régimen, ¡¡¡una butifarra, eso!!!, tanta butifarra.
—No hables tanto que no puedo subirla. Y no te quejes más que bien que te gusta comerte mi salchicha. Contén la respiración, anda, no respires coño.
—Ay!!!Me he metido el delineador en el ojo. No seas tan bruto. Si lo único que tienes comible es la butifarra, porque estás más seco que una sardina arenque. No sé de donde sale tanta carne, bueno sí se te ha bajado toda a la entrepierna. Y deja de rozarme con ella, para ya…cojones!!
—Pero tendrás cara, si eres tú la que no para de arrimarme el culo. Y además como te voy a cerrar la cremallera mientras estás encogida ante el espejo para pintarte y levantando las nalgas como una gatita en celo. Y no me llames más Jordi que mi nombre es Anacleto, aunque no te guste. Y ya sé que me vas a decir que Anacleto es un nombre de un personaje de cómics, me lo has dicho mil veces. Pero me gusta mi nombre. Me lo pusieron por mi abuelo materno al que yo quiero mucho. Ojalá algún día pueda traerlo a vivir a España. Aunque por otro lado creo que el sol del Caribe le sienta mejor que este frío…Anda levanta la espalda mi amol para que te pueda abrochar la cremallera. Párate, párate, eso es así ahora no respires. ¡¡¡Serás marrana!!! Te acabas de tirar un pedo…
—Ajajá Tanto no respires no respires…por algún lado tenía que soltar el aire que me tragué mientras te la chupaba…
—Que descarada eres chica, sólo te gusta mi nabo o ¿qué? Tengo aquí dentro un corazoncito que palpita—dijo Jordi-Anacleto, señalando con el dedo índice de su mano derecha— y que por cierto está loquito por ti mi amol. —dijo estampando un beso en la mejilla de Pasión.
—Pero si yo también te quiero corazón mío, pero es que estoy más que atacá. Voy a desfilar nada más y nada menos que subida a la carroza de Karla, la Duquesa de Manresa—Dijo Pasión con vehemencia mientras se fijaba en la hora del reloj de cuco colgado en la columna que tenía enfrente. —Ayyyy que tarde es ya, anda termina de vestirte y vámonos para el carnaval.
—Pero si yo estoy arreglao desde hace media hora…Además, ¿tú no deberías ir y de Egipcia?
— Y lo voy, no ves la peluca que me voy a poner. Con esa peluca y mis ojazos voy a parecer Liz Taylor. Haré sombra hasta a la mismísima Karla…Sólo hay un problema…que tú no eres Richard Burton jajajaja.
Una vez abrochada la cremallera de Pasión, esta se contempló en el espejo de cuerpo entero del dormitorio y quedó muy satisfecha de la imagen que le devolvía. Estaba bellísima. Las pestañas postizas y la forma de maquillar, de dar sombra a los párpados, resaltaban aún más la belleza de sus hermosos ojos. Esos ojos que eran los causantes del amor que brotó del corazón de Jordi.
Porque Jordi era todo bondad y corazón, pero tenía un defecto como muchos cubanos, que era un poco machista y se consideraba hetero. Él decía que no era gay, que estaba enrollado con Pasión porque le gustaba como mujer y que nunca follaba con ella si estaba de hombre. Lo que no decía, ni siquiera así mismo es que le encantaba jugar a juegos prohibidos y que cuando lo hacía perdía la razón y su ego de macho lo dejaba tirado en la alfombra Persa al pie de la cama de nogal de Pasión. A esta le encantaba atar a su macho al cabecero de hierro forjado y latón de su cama de dos metros de ancho por dos de largo, vamos que ella no quería que le dijeran que hacía camas redondas. Una vez atado con cadenas de plata, eso sí, Jordi era sometido con gusto a todo tipo de torturas, desde las cosquillas que Pasión le hacía en el cuello con las plumas compradas en el chino de la esquina de su casa, un chino por cierto y aquí está la gracia, con mucha pluma, hasta el uso de un consolador que Pasión le metía muy lubricado, porque en el fondo Jordi era un pasivo que le gusta fantasear con que era un activo hetero pero que se dejaba querer, vamos que ni él mismo se entendía. Tanta educación y tanta universidad en Cuba para acabar de amante de una travesti en un pueblo perdido en la montaña Catalana. Él que soñaba con el clima y la fiesta de Madrid y Benidorm…
Mientras esta escena se desarrollaba en el majestuoso piso de Pasión, un tumulto de gente se concentraba en la plaza de la ciudad. La mayoría iban disfrazados para esa noche especial de carnavales. La plaça Major ya se estaba llenando de hombres, mujeres y niños y las calles colindantes también.
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