El embajador de EEUU en España y su pareja, el decorador Michael Smith nos abren por pirmera vez la parte más privada de su residencia para mostrarnos su increíble colección de arte. Así comienza el artículo publicado por la página web revistavanityfair.es
Para decorar la Casa Blanca estudié lo que había sucedido en esas habitaciones, los presidentes que habían pasado por allí. Sin olvidar quién la usaría: los Obama, una familia joven, con niñas, perros, muy caótica. Y a la vez muy consciente del lugar que ocupan en la historia”.
Michael Smith se pasa las manos por el pelo rubio alborotado y mira a James Costos como buscando su aprobación. Es un día invernal en Madrid, un sol frío entra por los grandes ventanales de la residencia del embajador de Estados Unidos. Smith descorre todas la cortinas y enciende todas las lámparas: “Luz, luz”.
—Uno no se imagina estas vistas y esta luz en pleno centro de Madrid —dice el embajador Costos.
Uno no se imagina eso, ni se imagina esta habitación refinada, detrás de la desolada fachada de hormigón que constituye el enorme complejo de la embajada de EEUU. Uno no se imagina a este hombre impecable, de elegancia italiana contenida y dicción perfecta que es James Costos como embajador de los EEUU. Ni a este otro, caótico, espontáneo, con sus deportivas fosforescentes y su look californiano, como su compañero.
Y sobre todo uno no se imagina que esta pareja insólita, acostumbrada a mezclarse con estrellas de Hollywood, políticos y celebridades varias, haya acabado en España. ¿Y por qué no?
—J.C.: No eliges destino, lo hace el presidente. Pero hay un diálogo durante el proceso. Michael y yo llevamos viniendo a Mallorca 12 años. Y esa conexión con España se habló, así que fuimos muy afortunados de que el presidente nos enviara a Madrid.
—Es su primer puesto de embajador, ¿le dio Obama algún consejo?
—J.C.: Nos vimos varias veces antes de venir y me dijo algo que suena muy simple, pero tiene mucho sentido: intenta ser tú mismo, tu éxito radica en que seas genuino. Y tenía razón, porque la persona que eligió para venir a España era yo y no debía cambiar.
James Costos nació en Massachusetts, ese pequeño y elitista estado que linda con Nueva York. Podría, y de hecho lo parece por su aspecto, venir de una familia patricia, de las que descendieron del Myflower. Y sin embargo, sus abuelos eran inmigrantes griegos y sus padres, con mucho esfuerzo, entraron a formar parte de la clase media.
Es un hombre hecho a sí mismo. Se licenció en ciencias políticas y rápidamente se abrió camino en puestos ejecutivos de grandes marcas de lujo, como Tods o Hermès, para acabar de alto cargo de la cadena televisiva más fascinante del mundo, la HBO.
Michael Smith nació en California, estudió interiorismo, fundó su propia firma de decoración y poco a poco se convirtió en el decorador estadounidense por excelencia. Supo encontrar el equilibrio entre lo clásico y lo moderno, entre Lincoln y Warhol, entre la Casa Blanca y Hollywood. La lista de sus clientes deslumbra: Dustin Hoffman, Cindy Crawford, Steven Spielberg... Está claro que Costos y Smith son ante todo hombres de negocios, y hombres de éxito. Con ese bagaje, me pregunto cómo se toma Costos su labor de embajador. ¿Se parece más a un puesto político o a dirigir una compañía?
Todo lo que he hecho en mi vida me ha preparado para esto. No existe libro de instrucciones. Lo que existe es la historia de las relaciones entre España y EE UU, pero el embajador tiene la potestad de elegir cómo se aproxima a ella. Cuando llegué me encontré un equipo y tuve que aprender a conocerlo y a liderarlo. Es uno de los trabajos más empresariales que he tenido.
Para leer el artículo completo, y ver el resto de las fotografías, pinchad aquí.
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