Un paria enfrentado con el orden social. Un chico diferente, invertido, condenado al ostracismo. Un personaje visto por su propia familia como una anomalía es el protagonista del filme Afuera, en la oscuridad (Alata, 2012), opera prima de Michael Mayer que forma parte de la programación del 12 Festival de Cine Judío que comenzó este martes en la ciudad de México y que luego viajará a las ciudades de Tijuana, Guadalajara, Cancún, Querétaro y Monterrey, según publican en la página web jornada.unam.mx
Nimer (Nicholas Jacob) es un universitario que anhela continuar sus estudios en UK. En una noche de antro en Tel Aviv conoce al abogado israelí Roy (Michael Aloni) y los dos quedan prendidos el uno del otro. Pero Nimer es palestino que va y viene de Ramallah con carnet especial. En Israel no es bien visto por su nacionalidad, mientras que en Palestina tiene que ocultar su identidad gay incluso de su propia familia. Y cuando el hermano mayor, metido con la coalición de los fedayines, capta la atención del servicio secreto israelí, las cosas se complican.
Afuera, en la oscuridad tuvo su premier en el Festival Internacional de Cine de Haifa, donde se quedó con el premio a la mejor película israelí. En México, fue merecedora de una mención especial en el FIC Guadalajara. Principalmente, ha recorrido festivales de temática gay en los que recogió varios premios y obtuvo distintas nominaciones.
Pero la película de Mayer no se limita a la temática gay. Quienes quieran, la pueden ver como una historia acerca de dos maricas que se enamoran y luego uno de ellos pasa por mucho miedo. Otra forma de apreciarla es como una solidaria visión sobre una incipiente relación sentimental coartada por prejuicios culturales.
Al filme también se le puede mirar a través de un cristal interesante si retomamos la noción que defendió Oscar Wilde, quien definió al individualismo como la posibilidad de ser plenamente uno mismo y vivir sin tener como parámetro esquemas establecidos. Para Wilde, una persona podía ser íntegra y exclusivamente ella misma rehusándose a la imitación y viendo siempre por concretar “la perfección de su propia alma”, decía.
Mayer retrata la asfixiante realidad para un homosexual inmigrante que busca desenvolverse y materializar sus sueños. Pero que de pronto sin deberla ni temerla se ve agredido en su individualidad y en medio de una situación amenazante de intolerancia y muerte; contexto que sabemos mantiene divididos a palestinos e israelíes.
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