"Dioses y monstruos". La amistad es tan bella como un jardinero sin camiseta.
Hay peliculas que sobrepasan el género LGBT y llegan masivamente al público. Solo con leer la sinopsis y apreciar su cásting sabes que estás ante una pelicula que debe verse tarde o temprano.
Este es el caso de "Dioses y monstruos", Bill Condon 1998. Un director con una trayectoria digamos que "especial", ya que se inició con una secuela de terror "Candyman 2" y tras "Dioses y monstruos", su segundo largometraje, ha seguido un camino titubeante entre dramas y secuelas de "Crepúsculo" un tanto desconcertante pero que solo por este film vale la pena recordarlo.
SINOPSIS:
Relato de los últimos días de vida del realizador James Whale, autor de Frankenstein. En principio, su única compañía en esos momentos es su ama de llaves, pero pronto entabla relación con su nuevo jardinero, un apuesto joven al que confía su historia en el Hollywood de los años 30, y por el que se sentirá irresistiblemente atraído.
ANALILSIS:
Dioses y Monstruos cuenta la historia de dos personas que aparentemente no tienen nada en común, pero que tuvieron la suerte de cruzarse en el camino. McKellen, como ex-director de cine, y Fraser como su nuevo jardinero. Así comienza una de las mejores películas de los 90.
La película trata distintos temas como el amor, la amistad, la confianza... y todos ellos se engloban en el título "Dioses y monstruos", porque al fin y al cabo, todas las personas tenemos nuestras luces y nuestras sombras, los monstruos son los que James Whale creo a partir de sus monstruos/miedos personales.
Por una parte, el personaje interpretado por Ian Mckellen es realmente entrañable como vieja gloria del mundo del cine, retirado y medio marginado por su homosexualidad. La verdad es que llega a resultar odioso y realmente hay momentos en que hasta sientes verguenza ajena (es doloroso ver como pierde el norte el pobre anciano y cada vez esta más senil), en sus intentos estériles de seducir al semi-dios Brendan Fraser.
James y Clayton, personas tan opuestas, logran un nexo de unión tan poderoso, porque en el fondo los dos están solos. Por encima de prejuicios, a medida que avanza la película, la relación de amistad se hace cada vez mas estrecha, llegando al clímax final, donde los dos se derrumban dejando a la vista del espectador los miedos de los protagonistas.
Cabe decir que para mi es evidente que Ian McKellen y su sirivienta, Lynn Redgrave, están inmensos (de hecho ambos estuvieron nominados al OSCAR ese año, se lo merecian sin duda alguna), pero para mi, quien está tan bien, o como minimo a la misma altura, es sin duda el otro protagonista, Bredan Fraser. Como mínimo se merecía también otra nominación al OSCAR. Está perfecto haciendo de jardinero bastorro venido de un pueblo de la América profunda, y desde luego borda su personaje.
Pero como siempre en el cine, los chicos guapos tienen que hacer de homosexual, paralítico o de tartamudo/epiléptico/parapléjico para que se les tomen en serio. Brendan Fraser hace un papel inmenso, y es un actorazo que como siempre tendrá que esperar a tener barriga cervecera y cara de perro pachón para que le se lo tomen en serio. Es el precio que hay que pagar por ser guapo...
Magnífica la secuencia que ambos comienzan a tontear y lanzarse indirectas mientras se fuman un puro. Genial la última media hora donde Brendan Fraser se ve obligado a quedarse la última noche en casa de Ian McKellen, hay tantos detalles que te hacen disfrutar de cada segundo de ese momento, porque sabes que todo está llegando a un final trágico pero necesario, y a su vez inexorable, y te identificas con ese pobre jardinero que encima de estar pasando un mal trago durante esa encerrona que le ha medio montado un viejo verde salido, el pobre intenta sacar su lado mas humano ayudando en todo momento a su señor.
Supongo que poco tengo que descubrir sobre este film, ya un clásico, que quien mas quien menos habrá visto, pero desde luego quien no lo haya hecho descubrirá una pelicula de esas que se te quedan grabadas independientemente de que te guste el LGBT o el TGBL, ya que en este caso, el transfondo del film es muy muy superior al simple hecho de que James Whale sea homosexual.
Por último, destacar ese final. Brendan Fraser simulando a Frankestein bajo la lluvia, mientras la imagen se funde a blanco y negro, ¡Que grande!, y que manera tan bonita de cerrar una historia sobre el cine de terror, y en el fondo terrorífica desde el punto de vista de nuestro protagonista, pero ante todo, nos habla del romanticismo, de la amistad, de la pasión, del cine.
La próxima semana seguimos con mas peliculas gays, besotes!
En unos días, más películas gay.
19 de Septiembre de 2014 | Carlos Dueñas @carloscerone 0 13612
© 2014 - 2024 Development by Clara Díaz Fonticoba. All Rights Reserved.