Fueron los setenta y los ochenta las dos décadas que consiguieron que los hombres se maquillaran mas o menos con normalidad, por lo menos dentro del grupo de los llamados “modernos” de la epoca, o incluso, de una forma bastante generalizada en los locales de ambiente, aunque fuera simplemente una pequeña sombra de ojos, o algún tipo de brillo labial.
Hoy en día, ya en la segunda década de este siglo, el maquillaje masculino vuelve poco a poco a crecer en importancia dentro de la cosmética. No quiero decir en absoluto que una parte importante de los hombres salgan maquillados de buena mañana para ir al trabajo, como sí ocurre con un porcentaje elevado de mujeres, que sin tres minutos de “arreglo facial” se sienten desnudas.
Pero ese toque de color en los pómulos, o en los párpados, o ese maquillaje disimulador de algún grano incorrecto, o simplemente determinados maquillajes suaves para sentirse más atractivos, están volviendo poco a poco a los aparadores de muchos armarios del baño de bastantes chavales, y sobre todo de los mismos que hace veinte años eran atrevidos y ya se espolvoreaban la cara con determinados ungüentos.
Pero un pequeño problema con el que se encuentran la mayoría de los “nuevos aficionados” al maquillaje es el orden de aplicación de estos productos, o incluso, la forma de utilizarlos y por supuesto, de eliminarlos del rostro antes de irse a la cama.
Porque, no debemos olvidar que cada parte de la cara tiene su “secreto” a la hora de extender o retirar un producto. ¿Habeis pensado alguna vez “como hay que ponerse una mascarilla” por ejemplo?. Sencillo, en dirección muscular, media cara primero y media después. Sin aplicar en el contorno de los ojos ni en los labios. Para los ojos, aplicamos algodones humedecidos durante veinte minutos, el mismo tiempo que el resto de la mascarilla. Necesario os relajeis durante este tiempo, tumbados a ser posibles.
Sorprendentemente la mascarilla funcionará mejor. Pero no os llenéis las manos de producto y extendáis directamente. Primero, aplicar cuatro granitos de producto en el cuello, uno en la barbilla, dos en los maseteros (ambos lados de los labios, debajo de los pómulos), dos en los pómulos, uno en la nariz y tres en la frente. Y a partir de aquí extendéis, lo dicho, primero una parte de la cara, y luego la otra.
Para aplicar a los ojos algún producto hidratante o nutritivo, la forma es siempre la misma. Se parte desde un punto próximo al lagrimal, y sin tocar las pestañas, recorreis con el dedo corazón el músculo orbicular, bajando por el ojo hasta llegar a otro punto próximo al lagrimal.
Pero el gran desconocido, y quizá el más utilizado es el tónico. Una limpieza de la cara, sin dejar ningún rastro. Nunca viene mal una limpieza del cutis de una manera un poco más profunda. Y la utilización es muy sencilla. Dos algodones grandes humedecidos en el tónico y os lo pasais por el cuello y el rostro, para arrastrar la suciedad. Por supuesto, que ni en los labios ni en los ojos hay que aplicar tónico. Después de terminar, dar la vuelta a los algodones y hacer presiones en dirección muscular para activar el riego sanguineo. Finalmente, secar la piel con un pañuelo de papel, y rostro limpio y resplandeciente.
¿Y la frente?, ¿hacia arriba o hacia abajo?, me preguntan muchos hombres antes de utilizar cualquier crema. Pues desde el entrecejo subimos una mano detrás de la otra hasta el centro de la frente, y desde este punto seguimos con la mano derecha hacia sien derecha, y con la izquierda hacia la sien izquierda. Con los púmulos, de adentro hacia afuera, para explicarlo facilmente. Con las dos manos a la vez, comenzamos desde la comisura de los labios.
El proximo día hablaremos de cremas hidratantes. Para qué sirven, como se utilizan, y que ventajas nos encontraremos al usarlas habitualmente.
Y pensad, que nuestro rostro, es la imagen más importante que enseñamos en una conversación.
Fotografías por Gastohn Barrios en el artículo "Terra e Mare".
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