Considerado por muchos como el diseñador que continuó con la tradición de la alta costura del siglo XX, Valentino Clemente Ludovico Garavani, nació en un pequeño pueblo de Voghera, situado al sur de Milán. Desde bien joven se interesó por la moda como suele pasar con los grandes diseñadores. Comenzó siendo aprendiz de su tía Rosa y la diseñadora Ernestina Salvadeo. Al cumplir los 17 años se traladó a París par continuar su formación en la Ecole des Beaux Arts y en la Chambre syndicale de la Couture Parisienne. En esa época tiene la gran fortuna de trabajar en el atelier de Jacques Fath y Balenciaga, al que admira profundamente. El periodo parisino finaliza con las colaboraciones con Jean Besses y Guy Laroche que le hicieron curtirse en el negocio y definieron su personal estilo.
En 1959 regresa a su país natal para intentar crear su propia firma de ropa aunque en esos momentos la situación financiera de Valentino no era muy propicia. Un año después se cruzo en su camino Giancarlo Giammetti con el que mantuvo una relación sentimental durante doce años la cual nunca se hizo pública. Resultó que Giancarlo era muy eficaz en el mundo de los negocios y junto al talento del joven diseñador decidieron abrir un pequeño atelier en la Via Condotti.
En 1962 presenta su primera colección en el palacio Pitti en Florencia y comienza aquí a afianzarse como diseñador de prestigio y aclamado por la crítica especializada. Sin embargo es en 1967, cuando celebra su mítica presentación de su “Colección Blanca”, donde Valentino es aclamado a nivel mundial, tal es así que las más grandes estrellas de Hollywood, Audrey Hepburn o Liz Taylor entre otras, comenzaron a confiar en él para vestirlas para los grandes eventos.
Una de sus clientas y amigas más famosas fue Jackie Kennedy que descubrió al diseñador al acudir a una fiesta y quedar maravillada al ver un deslumbrante traje de organza negra que llevaba una de las invitadas. Tal fue su devoción por el diseñador que lo eligió como diseñador en dos de los momentos más importantes de su vida; los trajes utilizados para guardar luto a su marido, John F.Kennedy y el vestido de novia que luciría para su boda con Aristóteles Onassis.
En 1969 abrió su primera boutique en Milán a la cual le seguirían un total de 49 más repartidas por los cuatro continentes. La marca Valentino creció rápidamente y en la actualidad cuenta con líneas como Valentino Haute Couture, Valentino Boutique, Valentino Uomo, Miss V (una línea juvenil) y Oliver.
En los años 60 fue bien conocido por sus palazzos pijamas y el uso de plumas y pétalos en sus sofisticados vestidos. También imagina una mujer actual adaptada a su época y es fiel a los abrigos y trajes chaqueta.
La siguiente década se destaca por ser la etapa más excesiva y delirante del diseñador, creando lineas exageradas y estampados imposibles.
En los años 80 y 90 Valentino vuelve a recuperar su habitual elegancia al vestir a la mujer haciendo uso de plisados y recreándose en su peculiar uso del color rojo, sello del diseñador hasta la fecha.
“Las posibilidades del rojo son infinitas”
En 1998 Valentino vendió su empresa a HdP, un grupo italiano que cuatro años más tarde la traspasó a Marzotto, otro grupo con sede en Milán, que a su vez lo vendió a la familia real de Qatar. A pesar de ello se mantuvo al frente de la dirección de la firma hasta que en 2008 hizo un histórico desfile en París como despedida final de las pasarelas.
El legado de Valentino es innegable, manteniéndose fiel a su estilo clásico y elegante cuando otro optaban por unos looks más andróginos o más exuberantes. Ciertamente esto fue una de las claves de su éxito, mantener el espíritu de la alta costura cuando todos se decantaban por el pret-â-porté y se convertían en fieles siervos de las modas tan cambiantes en estos días.
Por último destacar una frase referida a su visión de la moda femenina que tanto le caracterizó:
“El carácter y la personalidad de una mujer
son infinitamente más interesantes, seductores
y encantadores que la belleza por si sola”
La foto principal por la revista Hola.
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