En no pocas guías de educación o de ayuda a los padres y madres, encontramos referencias a “papá, mamá soy gay” o “tu hijo es gay, ¿qué hacer?”. Hasta el momento no he encontrado una referencia a la posibilidad de que un hijo, que se acaba de enterar de la situación de su progenitor, lo comunique a su entorno más inmediato: sus amigos.
Si partimos de la situación de una familia formada por el típico matrimonio heterosexual, que se está separando por supuestas diferencias irreconciliables y añadimos la existencia de un hijo o varios tenemos una situación de la que parece que los sociólogos no han catalogado. Ya sabemos que las separaciones son un momento de reajuste para todas las personas implicadas y quizás se convierten en una manera crítica cuando se produce porque alguno de los progenitores decide salir públicamente, o al menos en su entorno más inmediato, del armario.
Cuando los hijos son pequeños, hasta los 10 años aproximadamente, la separación de sus padres puede ser llevada de una manera más o menos mejor, cayendo en la típica pregunta de si sus padres se separan por su causa. Pero en el caso de adolescentes, éstos suelen necesitar alguna explicación más de las razones de la ruptura. Así, si el padre decide ser sincero con su hijo y le cuenta la verdad de su vida, es posible que el hijo tenga varias respuestas, todas ellas en función de la relación que haya establecido con su padre. Algunas veces, esta respuesta será la de apoyo porque se quieren, en otras de rechazo por considerar que ha estado engañándole.
Pasado el primer momento de la noticia, el adolescente puede que se encierre durante un tiempo en su mundo interior y que no se comunique nada más que a intervalos, con cierta brusquedad, pero también en esta etapa la pandilla de amigos se hace necesaria para superar la situación familiar. Si el chico se mueve en un entorno más o menos liberal, cuando exprese las circunstancias de la separación de sus padres, puede que provoque una sorpresa y la siguiente pregunta acerca de su propia definición sexual, pero no pasará más allá de una experiencia de adolescencia. En cambio, en entornos más represivos, el adolescente no podrá contar con la total libertad para expresar su desconcierto, y tendrá que recurrir a las estrategias de “mis padres se han cansado el uno del otro”, aunque por dentro sigan las mismas dudas.
Por ello es necesario que en los colegios e institutos se hable de la sexualidad de una manera positiva, sin tabúes para que esos adolescentes que descubren que alguno de sus progenitores ha llevado una doble vida o ha sido una persona amargada, ya no tenga que sufrir ese dolor y sea capaz de encontrar su camino hacia la realización como persona.
27-11-2017 | nosgustas.com
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