Besazo colectivo contra la policía de la ciudad. - La protesta se organizó en el mismo lugar de Constitución donde policías porteños apresaron a la mujer, que también fue maltratada y golpeada; Reclamos contra la discriminación.
La cita, y quizás no haya palabra más acertada para describir el encuentro para besarse, era a las seis de la tarde, en el Centro de Trasbordo Constitución, para devolver multiplicado y mostrar que sólo es amor lo que tanto molestó a dos oficiales de la Policía de la Ciudad el lunes pasado cuando, en ese mismo lugar, detuvieron a Mariana Gómez por besar a su esposa Rocío Girat, con la excusa de que estaba fumando en un lugar prohibido.
Media hora antes, la plazoleta seca en el frente del centro de trasbordo seguía con su ritmo habitual: un mundo de peatones acelerados e ignorancia mutua. Poco a poco, la plaza empezó a llenarse de camarógrafos y fotógrafos, pero aún sin rastros de los convocados al besazo, convocado a través de las redes sociales por organizaciones que defienden los derechos de la diversidad, que se replicó en las provincias de Tucumán y de Salta.
“Besarse no es delito”, “las tortas existimos y resistimos” y “la calle no debería ser un closet”, eran algunas de las consignas que circulaban en carteles manuscritos.
Pasadas las seis, cuando el sol tendía al horizonte, llegaron solas, tomadas de la mano, Mariana y Rocío, y produjeron el arremolinamiento instantáneo de los medios a su alrededor.
Frente a los micrófonos, Mariana recordó, una y otra vez, ante la insistencia de cada medio, cómo fue maltratada por la policía, apresada durante tres horas en la estación, esposada, y luego trasladada a una comisaría en la estación Boedo de la línea E, donde permaneció en un calabozo hasta las 21. Y cómo el policía Jonatan Rojo se puso sobre su cuerpo y le aplastó la espalda con una rodilla mientras la oficial Karen Villarreal le retenía las piernas para que no se pudiera mover. También recordó cómo desde el lugar común machista y lesbofóbico el policía la trató de varón: “Che, pibe: vas a ser detenido. Quedate acá”.
Después, con el pudor a flor de piel se besaron ante los flashes y las cámaras, una vez, y otra más, para complacer a los periodistas, y dieron el pie para que alrededor las parejas y las que no lo eran comenzaran a besarse.
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