Raúl Vera es obispo de la diócesis de Saltillo, en el norteño estado de Coahuila, desde el año 1999, y antes lo fue de Ciudad Altamirano, en Guerrero. No es fácil hablar con él porque su agenda siempre está en rojo, parece no tener minutos libres entre viajes por México y el mundo. Igual cabildea por derechos humanos en Europa, asiste a reuniones de movimientos sociales en el Vaticano, cumple compromisos de la cúpula eclesial y corre a dar misa entre mineros en pleno desierto.
Después de varios meses de gestiones, su asistente Jackie Campbell consigue un espacio para EL TELÉGRAFO. La plática se extiende mientras lo acompañamos en sus actividades: hablamos al amanecer dentro de un carro que atraviesa la capital mexicana, en algún rincón de un convento y de nuevo a bordo del auto, de camino al aeropuerto. Así vive Raúl Vera, exprimiendo cada segundo del reloj.
-Usted defiende a migrantes, homosexuales, mineros, trabajadoras sexuales y familias de desaparecidos, ¿por qué ha elegido esas causas?
“Porque son las víctimas de este sistema. Y no las he elegido yo, me han puesto frente a ellas”
-Pero son temas que algunos eligen ver y otros no.
“Yo empecé a cambiar mi vida desde que era estudiante. Los dominicos me enseñaron a entender que la pobreza era efecto de una estructura mal hecha, entonces no me quise incorporar a esa estructura y dije ‘no voy a trabajar para ella, no voy a trabajar para la industria”.
Para leer la entrevista completa publicada en telegrafo.com.ec, pinchad aquí.
27-06-2014 | nosgustas.com
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