homosexual.
(De homo- y sexual).
1. adj. Dicho de una persona: Con tendencia a la homosexualidad. U. t. c. s.
2. adj. Dicho de una relación erótica: Que tiene lugar entre individuos del mismo sexo.
3. adj. Perteneciente o relativo a la homosexualidad.
Con estas tres líneas la Real Academia de la Lengua Española define en nuestro idioma el hecho de ser homosexual.
Menos comedidos, y mucho más extensos, son los artífices de la Wikipedia, esa enciclopedia libre y políglota que está arrastrando incluso a la RAE (Real Academia Española) a seguir sus indicaciones para aceptar o no determinados conceptos.
La homosexualidad (del griego ὁμο, homo «igual», y del latín sexus «sexo») es una orientación sexual que se define como la interacción o atracción sexual, afectiva, emocional y sentimental hacia individuos del mismo sexo.1 Etimológicamente, la palabra homosexual es un híbrido del griego homós (que en realidad significa «igual» y no, como podría creerse, derivado del sustantivo latino homo, «hombre») y del adjetivo latino sexualis, lo que sugiere una relación sentimental y sexual entre personas del mismo sexo, incluido el lesbianismo.2 A pesar de que el término gay (que en inglés anticuado significa «alegre») suele emplearse para referirse a los hombres homosexuales y el término lesbiana para referirse a las mujeres homosexuales, gay es un adjetivo o sustantivo que identifica a las personas homosexuales sin importar su género. Desde 1973, la comunidad científica internacional considera que la homosexualidad no es una enfermedad. Sin embargo, la situación legal y social de la gente que se autodenomina homosexual varía mucho de un país a otro y frecuentemente es objeto de polémicas.
El término homosexual fue empleado por primera vez en 1869 por Karl-Maria Kertbeny,3 4 pero fue el libro Psychopathia Sexualis de Richard Freiherr von Krafft-Ebing el que popularizó el concepto en 1886.4 Desde entonces, la homosexualidad se ha convertido en objeto de intenso debate y estudio: inicialmente se catalogó como una enfermedad, patología o trastorno que había que curar, pero actualmente se entiende como parte integral necesaria para comprender la biología, genética, historia, política, psicología y variaciones culturales de las identidades y prácticas sexuales de los seres humanos.
A favor o en contra de estas definiciones hay multitud de personas. Está claro, y esto no se va a discutir, que el término “gay” ha acabado por incorporarse al lenguaje colectivo, e incluso ha sido aceptado por la RAE
(gay.
1. adj. Perteneciente o relativo a la homosexualidad.
2. m. Hombre homosexual.)
Según la Wikipedia, escrita por autores anónimos que alrededor del mundo van aportando su granito de arena, da la sensación que los homosexuales aparecimos hace poco menos de un siglo y medio. Y esto a algunos nos produce más que estupor, rubor. ¿No somos tan modernos? ¿cómo es que tenemos una historia ya de siglo y medio?
Para la alegría de unos pocos, y la tristeza de alguna mente perversa, hilaremos en este apartado la historia de los homosexuales del mundo. Porque, si la humanidad tiene história, los homosexuales pertenecen a esa historia, en igualdad de condiciones. La historia, escrita o no, existe para todos.
Y como nos gusta decir a unos pocos, nuestra “orientación sentimental” solo tiene de especial exactamente ese término, el “sentimiento” que sentimos (viva la redundancia) hacia personas del mismo sexo, o de ambos sexos.
Fallo nuestro va a ser el trasladaros la Historia de la Humanidad desde el punto de vista homosexual, pero nos aferramos a esa falta de escrúpulos que tradicionalmente hemos soportado leyendo textos que explican las vidas de conocidos homosexuales de la historia, olvidando algo tan importante (o tan poco importante) como es la orientación sentimental. Nada importante esta orientación, cuando no influye en absoluto en el devenir de la historia, pero muy importante cuando sus sentimientos hacia alguien de su mismo sexo (o sus relaciones carnales, tampoco hay que ser tan politicamente correctos), han sido primordiales para iniciar desde una guerra hasta para acabar con un reinado.
Miguel Angel, Mozart, Shakespeare, el mismísimo Hitler, el príncipe Alberto de Mónaco (por mentar a alguien vivo), todos ellos y muchos más han sido señalados por el dedo inquisidor de una supuesta homosexualidad, siempre, o mejor dicho, normalmente con ese “tufillo espeso” de “homosexual” en el más sentido peyorativo de la palabra, si esta palabra tiene ese tufo.
Para nosotros, o para mí en particular, el término “maricón”, es el que me gusta. Yo no soy gay, soy maricón. Quizá me gusta más la acepción española de “maricón” para ir robándo a la palabrita ese sentido de insulto que todavía muchos aceptan. Quizá escribir gAy, y decir GUEI, me estorba..... no lo se exactamente. Pero incluso esto, pertenece a la historia homosexual de los seres humanos de este planeta.
Y en ello vamos a bucear.