Por el Amor de Dios, y hablo del Dios Cristiano, que baje de los cielos y suelte cuatro bofetones a los autores de este artículo. Y yo lo puedo decir, que soy cristiano, creyente y en algunas ocasiones 'beato'.
No acepto ni medio párrafo de esta gentuza. Es ridículo, es vergonzoso, es mentira, y es cualquier cosa menos cristiano. O ¿el odio es cristiano?. Simplemente ridículo.
El artículo titulado: ASÍ SE ESTÁN INFILTRANDO EN LA ONU LOS LOBBIES DEL ABORTO Y LGTB PARA IMPONER SU AGENDA EN EL MUNDO, y el subtítulo EL ASEDIO ENEMIGO ya no es ni un chiste. Es una especie de conspiración histérica anti cristiana.
Aquí tenéis el textito, y opinar vosotros mismos:
"""Naciones Unidas proclama ahora principios totalmente contrarios a lo que proclamó en 1945, cuando se firmó la Carta de San Francisco, acta fundacional; y en 1948, cuando se hizo la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Los lobbies abortista y LGTB, con la complicidad de gobiernos (singulamente EEUU) y grandes multinacionales, libran una batalla desde hace décadas para infiltrarse en los distintos organismos de la ONU y alterar los Tratados a fin de imponer sus respectivas agendas.
Lo cual empaña la labor de la organización y desnaturaliza su función.
Aunque no evitó las llamadas “guerras calientes” (Vietnam, Oriente Medio etc.) Naciones Unidas evitó una Tercera Guerra Mundial. Sin duda, su mayor logro. Y tuvo un papel clave en la política disuasoria durante la Guerra Fría para evitar un choque nuclear entre los dos bloques.
También promovió los Derechos Humanos y apostó por la dignidad inviolable de la persona con la Declaración Universal de 1948. Ha reducido la pobreza, combatido las hambrunas y erradicado enfermedades, lo que ha supuesto una considerable rebaja de la mortalidad infantil y un aumento de la esperanza de vida.
Pero su actuación durante las últimas décadas contradice dos de sus banderas definitorias: la paz y los derechos humanos. Los dos ideales que son la razón de ser de Naciones Unidas.
La paz, por su promoción del aborto sin restricciones por todo el mundo, lo cual es la forma más sibilina de violencia (más de 1.000 millones de seres humanos masacrados en el vientre materno, una cifra muy superior a los 200 millones de muertos de las dos guerra mundiales).
“Los hombres y mujeres tienen derecho a casarse” dice el artículo 16 de la Declaración Universal… nada que ver con el matrimonio homosexual
Y los derechos humanos, porque pretende incluir entre ellos el mismo aborto –lo que contradice la Declaración Universal de 1948, que establece el derecho de “todos” a la vida (art. 3)-; y los derechos LGTB, un ataque directo a la familia, lo que también contradice la Declaración al señalar que es el «elemento natural y fundamental de la sociedad» (art. 16). La cual se basa en el matrimonio: “Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia” (art. 16).
Pero las Naciones Unidas del ghanés Kofi Annan (secretario general entre 1997 y 2006), el coreano Ban-ki moon (2006-2016) y del portugués Antonio Guterres (actual secretario general) han hecho suya la agenda LGTB y de la cultura de la muerte y tratan de imponerla al planeta, con una nueva forma de colonialismo.
Todo empezó en los años 70, cuando Naciones Unidas –entonces con el birmano U-Thant al frente- “compró” el mensaje de Paul Ehrlich que decía, en su libro La bomba demográfica (1968), que la superpoblación ponía en peligro el futuro del planeta, y que era preciso frenar la natalidad.
Era el viejo malthusiano, con ropajes ecologistas y un toque apocalíptico que pronto tuvo traducción en Hollywood, con películas sobre el exceso de gente y la falta de alimentos como Cuando el destino nos alcance (Soylent Green) (1974).
La tesis de Ehrlich carecía de rigor científico, pero les vino muy bien a los fabricantes de preservativos y a otras industrias anticonceptivas para extender el negocio al Tercer Mundo.
El Fondo de Población de Naciones Unidas impuso desde entonces programas antinatalistas a los gobiernos de Asia, America del Sur y África a cambio de ayuda económicas.
El problema es que la mayor parte de los gobiernos occidentales estaban de acuerdo –había mucho dinero de las multinacionales farmacéuticas en juego-. Y el que más de acuerdo estaba era Estados Unidos, que pilotó aquella estrategia a escala mundial, con el informe Kissinger como guía.
Henry Kissinger, asesor de Seguridad Nacional de Nixon y amigo de la familia Rockefeller, elaboró en 1974 un Memorando de Estudio de Seguridad Nacional, estrictamente confidencial, titulado «Implicaciones del crecimiento de la población mundial para la seguridad de los EE.UU. y sus intereses en el extranjero».
El informe Kissinger presentaba el crecimiento de población en el Tercer Mundo como una amenaza para EEUU. Contó con el apoyo de Planned Parenthood.
Venía a presentar el crecimiento de la población en los países subdesarrollados como una amenaza para la seguridad de Norteamérica.
Uno de los socios más importantes de la ONU para esta estrategia mundial fue Planned Parenthood, la multinacional del aborto.
Hoy en día la anticoncepción es un negocio redondo cuyos beneficios se reparten las farmacéuticas y la ONU. Estas fabrican a precios bajos en la India, se los venden a Naciones Unidas (por unos 10 centavos) y esta los comercializa triplicando el precio (a 30 centavos).
Lo mismo pasa con la píldora del día después: se adquiere a menos de un dólar y se vende entre 8 y 15 de promedio internacional.
Los DIU o las “espirales” se compran a un precio de entre 3 y 5 dólares; pero para poderlos usar, hay que pagar la consulta del médico y comprarlos a 15 o 20 dólares.
El negocio ha servido para lucrar los bolsillos de las multinacionales farmacéuticas y los funcionarios de Naciones Unidas, para frenar la natalidad en el Tercer Mundo, para multiplicar el aborto y para dañar la salud de la mujer. Durante décadas se ocultaron los efectos secundarios de los contraceptivos… hasta el asunto acabó en los tribunales y multinacionales como la alemana Bayer tiene varios frentes judiciales abiertos por distintas denuncias.
Pero en su origen nadie quería ver el problema: sólo se veía el signo del dólar. Excepto la Iglesia católica, que defendía la dignidad de la persona frente a esa forma de explotación y manipulación que era el antinatalismo. La encíclica Humanae Vitae, de Pablo VI, supuso un jarro de agua fría por su crítica a los anticonceptivos y a la política antinatalista.
Rockefeller III, fundador del Population Council, llegó a visitar a Pablo VI para evitar que proclamase la Humanae Vitae
Las cosas llegaron al extremo de que hasta el magnate John D. Rockefeller III, fundador del Population Council (Consejo de la Población), dedicada a investigar la anticoncepción, intentó disuadir al pontífice. Rockefeller llegó a buscarse aliados dentro de la Iglesia e incluso hizo una visita personal al Papa.
No lo consiguió, y la Humanae Vitae se publicó, siendo la única voz que defendió la dignidad humana frente a la doble ofensiva de gobiernos y multinacionales, bajo el paraguas de Naciones Unidas.
Esta se dedicó, por ejemplo, a imponer la esterilización. Un ejemplo: en cooperación con el dictador Alberto Fujimori, el Fondo de Población de la ONU esterilizó a 300.000 mujeres pobres en Perú sin su consentimiento y, a menudo, incluso sin su conocimiento. Y en China, fue la ONU la que contribuyó significativamente a la introducción de la brutal política de un solo hij0... """
Para poder seguir leyendo el texto, interesante por su deformación, publicado en la página web radiocristiandad.wordpress.com, pinchad aquí.
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