Para nadie es un secreto que la República Dominicana es un Estado que discrimina y para muestra basta un botón: de acuerdo con las últimas informaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el 24% de los dominicanos no estaría dispuesto a permitir que en su casa vivieran personas de otra religión, 23% no lo permitiría en el caso de personas haitianas y 44% en el caso de homosexuales. Ya sea por alguna de estas razones o por otro tipo de discrepancias (políticas, culturales, de ingreso y un largo etcétera), los dominicanos no sólo excluimos personas de nuestra comunidad, sino también de la agenda pública y del ejercicio igualitario de sus libertades y derechos. Debemos tener muy claro que garantizar el ejercicio de los derechos de todos los grupos es una obligación legal de toda sociedad inclusiva.
El problema, más allá de las implicaciones morales que muchos pudieran argüir, es que la discriminación afecta la competitividad de nuestras ciudades y de nuestro país. En particular, el día de hoy es necesario hacer énfasis en las personas GLBT.
Una minoría vulnerable del 4.5% de la población total dominicana que sufre altos niveles de discriminación y cuyos impactos han sido poco estudiados. De acuerdo con el Banco Mundial, tan solo la homofobia puede generar costos de hasta 1.7% del PIB vía distintos mecanismos.
Los casos más notorios de discriminación hacia los gay, lesbianas, bisexuales y trans (GLBT) se dan en dos áreas: laboral y educativa. Por ejemplo, debido a discriminación en los espacios educativos, los jóvenes GLBT tienen una propensión más alta a abandonar sus estudios y, por consiguiente, una menor probabilidad de entrar a la universidad.
Tomando las cifras de la CIDH de 2016, esto implica que, en República Dominicana las personas GLBT que decidieron abandonar sus estudios debido a problemas de discriminación obtienen en promedio un salario mensual menos de 6 mil pesos contra 10 mil pesos que obtendrían de haber continuado con sus estudios. Es decir, las actitudes discriminatorias hacia miembros de la comunidad GLBT que impactan su decisión de permanecer en la escuela afectan sus posibilidades de invertir más en su capital humano y de obtener mejores trabajos que mejoren sus niveles de ingreso y su calidad de vida.
En términos laborales, la discriminación reduce las posibilidades de contratar al personal adecuado, ya que en ocasiones se rechazan candidatos en primera instancia por su orientación sexual, identidad de género y cuerpos diversos. Esto fomenta la marginación y la falta de oportunidades para los GLBT.
Desde el Voluntariado GLBT sostenemos que dicho problema de discriminación tiene raíz de la falta de políticas públicas por parte del Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Educación, cuales hasta la fecha no cuentan con una unidad derechos humanos y menos con un catálogo sobre no discriminación hacia los homosexuales en ambas instituciones.
© 2014 - 2024 Development by Clara Díaz Fonticoba. All Rights Reserved.