En nosgustas.com insistimos en dar voz a todos los movimientos sociales que hablen sobre la gente LGTBI. Estando o no de acuerdo, e incluso, conociendo en algumos momentos la falsedad de determinadas afirmaciones, no queremos dejar de ofreceros lo que determinados grupos opinan sobre algunas cuestiones que nos afectan.
¿Es la homosexualidad una enfermedad que se puede curar? Cambiaremos la pregunta, ¿conocéis realmente a una sola persona que fuera homosexual y que REALMENTE haya dejado de serlo? Si alguien nos ofrece dos nombres reales de personas que han cambiado REALMENTE su orientación sexual podremos empezar a creer que se puede cambiar la orientación sexual REAL.
La página web portaluz.org ofrece un reportaje sobre Matias, a quien definen como "un joven profesional, hoy casado y con hijos", quien "narra cómo enfrentó la atracción sexual que sentía por los hombres".
“Me siento muy apenado, con tristeza y mucha rabia cuando se publica tanto acerca de la vida gay, la vida homosexual, la libertad de género, sin presentar esta otra cara de la moneda. Nosotros también existimos y nuestra vida -no estando exenta de luchas- es hermosa”.
Quien así se expresa es Matías, un hombre que desde su temprana adolescencia comenzó a sentirse sexualmente atraído por personas de su mismo sexo (AMS).
“Cronológicamente -se explica Matías- veo que en mis nueve, diez años de edad, no tenía AMS. Me gustaban incluso dos compañeras de curso, aunque obviamente era un amor algo platónico. Pero esto se forma fuertemente en mi adolescencia, dos polos, dos fuerzas opuestas. Una fuerza que era mi naturaleza propiamente tal y esto, la AMS, que estaba llegando como de visita y que yo también lo dejé entrar…”.
Se hizo explícita en la adolescencia
Hoy este profesional que transita la tercera década de vida, feliz y agradeciendo a Dios por su esposa e hijos, recuerda sereno y con claridad que tenía casi trece años cuando sintió por primera vez la pulsión de atracción por otro hombre, que resultó ser el papá de un amigo… “Me atraía algo de lo masculino en él, que era como alto… ¡deseos de que me abrazara!”, señala Matías.
Esta realidad, comenzó a provocarle un conflicto interior de magnitud, robándole por años su paz psicológica y espiritual. Durante mucho tiempo nadie supo lo que padecía, porque así lo decidió. “En algún momento de mi vida me hice una especie de juramento que dije: esto no lo voy a comentar con nadie, no quiero que nadie lo sepa, esto va a ser mío. Tenía vergüenza de lo que sentía”, reconoce.
...Nacido y formado en una familia tibia en la vivencia de la fe católica, vivían en una ciudad pequeña donde no era una realidad socialmente visible la homosexualidad, el lesbianismo, la bisexualidad u otras variantes que la ideología de género hoy señala como normales. Entre sus amistades tampoco había ningún confidente. Además, desde que Matías podía recordar, no le agradaba el vínculo con su padre y madre…
“Las heridas de no haber tenido un papá más cercano que te dijera: «Ya hijo vamos a jugar a la pelota» o que al menos no te dijera como lo hizo, «eres inútil». Son heridas que a un niño lo marcan mucho. Con una súper mamá también, protectora, que no me ayudaba a desarrollar mi parte masculina… Luego, siendo adolescente, me sentía físicamente, feo, con algunos kilos de más, no atractivo. Y… bueno, mi papá también me lo decía. Comencé a sentirme por momentos inferior, siempre en relación a otros hombres”.
Hoy Matías en una retrospectiva de su vida, considera que también se sumaron otros elementos para gatillar en él la AMS. Como su “hipersensibilidad” que magnificaba emocionalmente la realidad que no le resultaba grata, refugiándose luego obcecadamente, señala, en un “egocentrismo” o bien comportándose en su adolescencia como el “chico bueno”, permitiéndose incluso predicar a otros moralidad. “Todo para proteger el niño interior” y sus heridas.
A los catorce años afirma que no sabía nada del tema homosexual. Pero intuía que el “no vincularme bien con mi papá, alteraba de alguna forma mi relación con los demás hombres. Hoy estoy convencido que en mí la AMS no ocurre por un problema con las mujeres, sino que precisamente por un vínculo problemático con los hombres, con lo masculino”.
Para terminar de leer este artículo (y adivináis que es más de lo mismo, '''somos homosexuales porque nuestro padre no nos quería lo suficiente y nuestra madre nos protegía demasiado), pinchad aquí.
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