Cada vez somos más las personas que tenemos hijos con nuestras parejas del mismo sexo. En el caso de los chicos, el trámite pasa por la adopción o (fuera de España) los embarazos subrogados. En el de las chicas, es mucho más fácil, sólo tienen que someterse a un tratamiento de fertilidad y esperar que este funcione. O así debería de ser…
La realidad es que la ley de matrimonio homosexual dejó numerosos vacíos legales y a algunas personas la maternidad nos ha enfrentado a situaciones realmente esperpénticas.
Estos son las siete situaciones más surrealistas por las que pasamos mi mujer y yo para ser madres:
No todos los médicos de la seguridad social autorizan el trámite para una fecundación in vitro a parejas del mismo sexo. En nuestro caso, el médico de cabecera ya nos advirtió que el de la zona no lo haría, por lo que decidimos optar por una clínica privada.
En los últimos años hemos conocido mujeres en las dos circunstancias: que no tuvieron problemas para hacérselo por la Seguridad Social y otras a las que sus médicos les negaron la opción.
Después de numerosos tratamientos —o de uno sólo si tienes muchísima suerte—, te quedas embarazada y tienes tu primer hijo o tu primera hija. Como procede con un nacimiento vas a inscribirla al registro civil de tu ciudad y… ¡sorpresa! El secretario judicial te dice que no sabe cómo se registra a una niña con dos madres…
Cuando, por fin, consigues dar con alguien que sabe cuáles son los trámites para registrar a tu hija, alucinas pepinillos con la documentación: además del habitual libro de familia y el famoso papel amarillo del hospital, nos hicieron presentar el consentimiento informado firmado por las dos madres del tratamiento de fertilidad, informe del ginecólogo en el que se especifica que el embarazo se ha producido por inseminación artificial, declaración jurada ante un juez por parte de mi mujer aceptando la maternidad del bebé (a pesar de que estábamos casadas años antes de iniciar el tratamiento) , etc… Cuando lo contamos, nadie se lo cree.
De nuestra primera hija conservamos embriones y decidimos ir a por la segunda, y que, en esta ocasión, la tuviera mi mujer. Ding-dong, vacío legal. El hospital no sabe si se puede o no se puede hacer y tiene que enviar la consulta a la comisión ética del Ministerio de Sanidad. Un año después, nos dicen que no, que no es ético…
Decidimos entonces que se someta ella al tratamiento. Ding-dong, no puede. La ley dice que una pareja no se puede someter a un tratamiento de fertilidad si tiene embriones congelados previamente...
Para leer el interesantisimo artículo completo, firmado por Sara de la Torre y publicado en la página web madridparaisogay.com, pinchad aquí.
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