El testimonio de Joseph Prever es el de un joven homosexual que ha descubierto en el celibato la misericordia de Dios, la paz y la alegría, la reconciliación entre su “ser homosexual y católico”.
No es la primera vez que Joseph habla desde los medios de comunicación masiva, ya lo hizo el pasado mes de agosto en el National Catholic Register. Ya antes lo hizo en el popular documental “La Tercera Vía”.
-¿Qué significó para ti participar en “La Tercera Vía”? ¿Qué esperas ocurra con esa filmación?
El título de la película surge al constatar que tanto en la iglesia como en la cultura, necesitamos considerar una tercera vía respecto de la homosexualidad y la forma de ‘pastorear’ a homosexuales y lesbianas, arrojados normalmente entre el fanatismo que suele asociarse con la derecha cristiana y el relajo moral que a menudo se asocia con la izquierda secular. Los cineastas me conocían por mi blog gaycatholic.com, y me preguntaron si querría ser entrevistado. La propuesta me asustó porque en ese momento, a pesar de que yo escribía regularmente sobre mi experiencia como un hombre gay, lo hacía bajo el seudónimo “Steve Gersón”. Tenía que salir de mi zona de seguridad, no estaba muy cómodo. Pero valió la pena.
-El Catecismo contiene sólo tres párrafos sobre la homosexualidad. ¿Es suficiente como para establecer una enseñanza sobre el tema?
En cierto sentido los tres párrafos son suficientes, porque la enseñanza de la Iglesia sobre la homosexualidad no es un hecho aislado, sino la expresión individual de una amplia, extensa, holística… antropología; su forma de entender a la persona humana y la sexualidad humana. Bueno, la Iglesia no puede cubrir todas las variantes de la sexualidad en un solo lugar. Aunque desde otra perspectiva esos párrafos podrían ser insuficientes porque no dan muchas ideas prácticas sobre el cómo vivir siendo una persona gay… sabemos lo que no se debe hacer, ¿y lo que debemos hacer? Pero esto ocurre en todo el Catecismo: tienes directrices y principios, luego una gran parte del resto depende de la prudencia individual. Creo que esta sabia manera de presentar las enseñanzas de la Iglesia, nos impide rigidizarnos…
-Algunas personas parecen querer que desaparezca esto de la homosexualidad. Un buen gay católico, dicen, es un católico que encierra lo gay. ¿Cómo enfrenta esto?
Mi experiencia es que mi vida cambió radicalmente una vez que empecé a dejar que la gente se adentrara en el secreto de mi homosexualidad. Para mí, dejar que la gente conociera esta parte de mí era una forma de renunciar al control sobre la imagen que los demás tenían de mí. Era una manera de aprender a ser vulnerable, que es un requisito previo para cualquier tipo de relación humana, y ​​creo que también es un requisito previo para la santidad. Era una manera de empezar a participar en la vida de una manera diferente, vinculándome con otras personas más profundamente.
La decisión del cuándo hacerlo y con quién es muy personal. Algunas personas se apresuran y luego lo lamentan… Pero no existe una norma única para todos. Es un asunto entre el individuo y su director espiritual. Pienso sí que para una persona gay es imposible practicar la abstinencia, por no mencionar que será muy doloroso, sin una red de apoyo que conozca su orientación.
Para leer la entrevista completa y el video publicado por la página web infovaticana.com, pinchad aquí.
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