Desde mi infancia siempre he tenido exceso de peso y por lo mismo, hasta hace poco, siempre había tenido problemas de autoimagen y autoestima. En mi adolescencia y juventud comencé a hacer dietas y ejercicio y logre bajar de peso; nunca logré ni he logrado estar en mi “peso ideal”; sin embargo me daba cuenta que entre más me acercaba a lograrlo me volvía más exigente conmigo mismo respecto a mi físico y aumentaba mi descontento, podía estar bien físicamente pero no emocional ni psicológicamente, según un interesante artículo de opinión publicado en la página web regiongay.com
Poco a poco, gracias a un proceso terapeutico (y a hacerme fan de Drop Dead Diva), he logrado aceptarme a mí mismo tal y como soy, y también pude ver que las exigencias para conmigo mismo y lo que me mantenía descontento era algo que había aprendido al paso de los años, desde mi infancia, en mi familia, en la escuela, con los amigos, en la televisión, en el cine, etc.
La cuestión es que desde pequeños, nos enseñan (directa o indirectamente) a que ser o estar gordo está mal en todos los sentidos, que es algo de lo cual burlarse en otras personas y algo por lo cual avergonzarse en uno mismo, algo que tenemos que ocultar, y que estar delgado, o mejor: atlético, es lo deseable por todos y en todos los sentidos. Es por eso, por ejemplo, que toda mi vida he sufrido o evitado al máximo las situaciones donde tenga que quitarme la camisa, ya sea en las albercas, en los vestidores o hasta en los encuentros sexuales en los cuales muchas veces he preferido simplemente no quitármela inventando una y mil excusas para ello (y claro habrá habido otras veces donde la calentura es mayor que la inhibición, aunque no son la mayoría).
Esta actitud aprendida ahora sé que tiene un nombre y se llama gordofobia, sobre lo cual les pretendo a hablar en este texto.
La gordofobia comprende y es conocida también por otros términos como «obesofobia», «pocrescofobia», «fobia al peso» o «fobia a la grasa», y a pesar de utilizar en su composición el término «fobia» no se refiere literalmente a “tener un miedo” a algo (como la homofobia que no se refiere a “tener miedo” a los homosexuales) sino a una actitud negativa hacia ese algo.
Así, tenemos que la gordofobia es una actitud negativa hacia las personas con obesidad o sobrepeso o bien hacia las personas que se consideran gordas según los estándares estéticos que impone nuestra cultura; pero también se puede hablar de «gordofobia internalizada» cuando se hace referencia a la actitud negativa que las personas con obesidad o sobrepeso o que se consideran gordas tienen hacia ellxs mismxs por estas razones, o bien al miedo que sienten algunas personas ante la posibilidad de ganar peso (pocrescofobia) relacionada con esta misma actitud negativa, lo que los conduce a trastornos alimenticios como la bulimia o la anorexia.
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