Almorzando un día de veraneo en su apartamento de Benidorm, llegada la sobremesa y sin que le preguntara nada al respecto, me confesó de pronto: "Me siento un poco solo. Mi madre me lo ha notado y me pregunta que cuándo voy a casarme. Es hora de ir pensándolo…" Vicente Parra contaba entonces cuarenta y tres años y arrastraba un pasado vinculado sentimentalmente a hombres, como se sabía en el mundillo artístico, entre otros con quien fue su representante, el mismo que descubrió a Rocío Dúrcal, un avispado Luis Sanz.
Tras aquella inesperada revelación, quizás para quedarse más tranquilo, me dijo: "Claro que lo que me pasa es que no soporto la idea de que una mujer pueda privarme de mi independencia. Tengo miedo a dejar de ser yo mismo…" Fuimos luego a Águilas, para saludar a nuestra buena amiga, sobre todo suya, Sara Montiel y de regreso a Benidorm, en el trayecto en coche, me hizo esta otra confidencia: "Yo fui novio de Natalia Figueroa y estuvimos a punto de casarnos, muy enamorados. Otro tanto me pasó con Analía Gadé, pero cuando le propuse matrimonio ella me dijo que no". Me reservé aquellas historias y no las hice públicas, por entender que el actor me las relataba a título meramente amistoso. Me contaron luego que el Marqués de Santo Floro, padre de Natalia, enterado de las pretensiones del galán se opuso a aquella boda. Y en cuanto a la gran actriz argentina, lo recordaba como "un hombre torturado psicológicamente y sufridor".
Vicente Parra falleció el 2 de marzo de 1997. Se cumplen ahora, por lo tanto, dieciocho años. Tenía sólo sesenta y seis y padecía un tumor canceroso. Con una biografía notable en el cine y el teatro, desde comienzos de los años 50. Apareció por última vez en la pantalla en Tranvía a la Malvarrosa; una breve colaboración, pocos meses antes de su muerte. La verdad es que nunca logró superar la popularidad conseguida en 1956 con ¿Dónde vas, Alfonso XII? junto a Paquita Rico, por mucho que se esforzara a lo largo de los casi cincuenta títulos de su filmografía.
Justo es recordar, desde luego, sus excelentes trabajos en La verbena de la Paloma, dirigido por José Luis Sáenz de Heredia, Nobleza baturra, de Juan de Orduña y sobre todo dos filmes algo malditos del muy discutido Eloy de la Iglesia: La semana del asesino, donde estaba sensacional, y Nadie oyó gritar.
En el escenario logró asimismo interpretaciones muy logradas, como en El hilo rojo, donde personificó a Sigmund Freud. Yendo de gira con su propia compañía compartió confidencias con su primera actriz, Fiorella Faltoyano, quien recordaba esto: "Era un hombre de personalidad complicada y un bellísimo ser, pero no había podido aceptar su homosexualidad y eso le torturaba. De puertas afuera, un galán que enamoraba a las mujeres y una gran estrella del cine y el teatro, pero por dentro era como un niño pillado en falta, siempre temeroso que lo descubrieran".
Para poder interpretar siempre papeles de seductor mantenía oculta su tendencia gay, amén de que quisiera luchar contra ella algunas veces.
El cantante Enrique del Pozo (el de Enrique y Ana) dirigió el documental El mundo rosa reivindicando el colectivo de actores homosexuales y contó esto: "Hubo quienes denunciaron a compañeros homosexuales por envidia, para quedarse con sus papeles. Una víctima fue Vicente Parra". Y Lola Herrera, que se emparejó con él en varias comedias (Chéri, Rebelde) decía de él: "Era muy envidiado y criticado, nunca le perdonaron el éxito, ni siquiera cuando después de muchos años lo perdió". Vivía frente a la madrileña Plaza de España puerta con puerta con Sara Montiel. Pasaban juntos algunas tardes viendo viejas películas en video de Greta Garbo y Marlene Dietrich. De la primera tenía una amplia colección de fotografías, lo mismo que de su idolatrada Imperio Argentina, con quien representó una comedia en Buenos Aires.
Cuando se fue, dejó su piso a Sara una temporada, pues ella tenía problemas para habitar el suyo. En otras ocasiones también compartieron la vivienda. Eran grandes amigos. Cuando la manchega regresó a Madrid para asistir en julio de 1957, dos meses después de estrenarse El último cuplé, a una sesión en el cine Rialto, en la Gran Vía, pidió a Vicente que la acompañara. Él la había felicitado antes por carta cuando Sara vivía en Hollywood. Se sintió honradísimo del brazo de su admirada estrella. Rodó a su lado el fallido "remake" de Juan Antonio Bardem, "Varietés", en 1970. Ella reconoció que a Vicente Parra no le ofrecían las grandes oportunidades que merecía en el cine: "Le perdía también ser tan buena persona". Pasó por temporadas de verdadero apuro porque los negocios que tuvo en el transcurso de los años (una discoteca, una peletería, una residencia de ancianos en la sierra madrileña en sus últimos tiempos) no le fueron propicios.
Convengamos que no se le hizo justicia en vida. En Oliva (Valencia), donde nació en 1931 existe un Museo en su honor situado en la primera planta del teatro Olimpia, donde se agrupan objetos, fotografías y carteles de su carrera.
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