¿Quién dijo que Winnie the Pooh y Barney no pueden ser gais? Hasta los cómics son reflejo de la sociedad y de las relaciones humanas. Esta semana el alcalde de la polaca ciudad de Tuszyn incurrió en lo que se conoce como un auténtico ‘oso polar’. Resulta que a Ryszard Cichy (así se llama ese señor) le dio por cuestionar la sexualidad del tiernísimo Winnie the Pooh.
Al político de marras le pareció que aportaba mucho acusando al pobre oso de ser un mal ejemplo para los niños, porque “no usa ropa, va medio desnudo y se comporta un poco extraño con sus compañeros”, refiriéndose a que los abraza mucho, según un estupendo artículo de opinión firmado por Esther Balac para El Tiempo.
Con semejante sartal de argumentos vacíos, el burgomaestre impidió que un parque infantil fuera bautizado con el nombre del personaje de la conocida historieta infantil, ¡porque le parece gay! Oh, por Dios.
¿Hasta cuándo tenemos que escuchar cuanta estupidez se les ocurre a algunas personas con parlante social, como este señor, sobre temas como la inclinación sexual de los demás?
Y lo digo porque, infortunadamente, no es la única barbaridad de la talla de Cichy que ha salido a relucir.
Ewa Sowinska, una paisana suya que se autoproclama defensora de los derechos de los niños, solicitó hace algunos años a psicólogos que conceptuaran si los Teletubbies mostraban alguna señal de homosexualidad. A ver: que una persona tan retrógrada pretenda revestir con evidencia científica malos conceptos que resultan luego en prácticas sociales excluyentes, es francamente el colmo.
Y bobada pura. Si Winnie the Pooh, Barney, los Teletubbies, Robin (compañero de Batman), Kevin Keller (de Archie) y Coloso (de X-Men) son gais, y Kate Kane (de DC), Xavin y Carolina Dean (de Runaways) son lesbianas, es porque hasta los cómics, recreados en mundos fantásticos, se construyen a partir de conceptos que son reflejo de la sociedad y de las relaciones humanas.
Es hora de aceptar, sin ningún esguince, que ser hombre, mujer, lesbiana o gay es una condición natural mediada por la genética y sus factores aledaños. Y ni la voluntad ni el gusto ni los consejos ni el ejemplo pueden hacer nada para cambiarlo, muchísimo menos un personajillo abrazador y divertido, como Winnie the Pooh.
Y aunque eso es real, todavía aparecen charlatanes que aseguran ser capaces de modificar, y hasta de curar, la inclinación sexual de quienes consideran descarrilados de un curso de normalidad, que quién sabe quién se inventó.
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