Muchas veces cuando leo determinadas cuestiones, lo primero que pienso es cerrar el libro o apagar el ordenador, cuando determinados párrafos me "agreden". Pero finalmente, acabo la lectura, y pienso en la pobre persona que escribió semejante texto, y de paso, me preocupo por la gente que puede leerlo.
Y me acaba de ocurrir de nuevo. Me acabo de cruzar con una página web que ayuda a las familias "normales" a educar a sus hijos.
La página se presenta de esta manera:
"""sontushijos.org es un lugar de encuentro e intercambio de ideas y experiencias para los padres y los equipos de orientadores de formación familiar. Nace esta web con la intención de apoyar en la difícil, y a la vez apasionante, tarea de formar y educar a los hijos y a los padres.
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Así, leyendo esto, suena interesante. Está claro que ser padres no es tarea fácil. Pero, últimamente siempre hay un pero, detrás se esconden determinadas cuestiones tan terribles, que en vez de indignarme, simplemente sonrío. Sonrío con pena, puesto que pienso en la dificultad que es criar a un hijo, y los problemas desconocidos que muchos padres se encuentran día a día.
Ser padre o madre no es fácil. Pero ser hij@ tampoco. Y ante las dudas de un hijo sobre su "orientación sexual", esta gente explica a los padres lo que deben de hacer. Una SARTA DE BARBARIDADES que lo único que conseguirán será "destrozar" la vida del adolescente.
El artículo se titula:
PREVENIR LA HOMOSEXUALIDAD
¿Pueden hacer algo los padres?
Y supuestamente "recoge pautas para poder entenderlas y actuar adecuadamente, sin precipitaciones pero con la seguridad que requieren, con independencia de acudir y aconsejarse con personas de recto criterio."
Lo de "recto criterio" ya empieza a asustar. Pero lo mejor, para no influenciaros con mis "no rectos pensamientos", os transcribo directamente algunos párrafos, y vosotr@s mism@s decidís si os parece bien, mal, regular o directamente lloráis de rabia o de risa.
Como sucede con cualquier problema, es evidente que es mejor prevenir que curar. Y aunque la prevención no consigue eliminar toda posibilidad de que pueda aflorar la homosexualidad en un hijo (se entiende en este artículo "hijo" de modo genérico: puede tratarse de un hijo o una hija, siendo lo primero lo más frecuente), sería un error grave pensar que no puede hacerse nada para prevenir. También lo sería suponer que el descuido de las medidas de prevención propiciaría necesariamente el afloramiento de la homosexualidad. Se trata de factores de riesgo, pero de una gran incidencia, de forma que cuando se consigue el clima familiar idóneo es mucho menos probable que se dé la desviación aquí contemplada. Hay que tener en cuenta que la homosexualidad se origina como una alteración en el desarrollo de la personalidad de quien la padece, por lo que tiene una importancia de primer orden procurar un clima que favorezca el normal desarrollo del hijo. Se señalan a continuación varios rasgos que configuran un ambiente familiar propicio, cuyo descuido tiene particular incidencia en la aparición de la homosexualidad. La relación se refiere solamente a familias normalmente constituidas:
a) La participación del padre en la educación y desarrollo de los hijos: debe estar presente y ser accesible a sus hijos. Si no lo hace, la madre debe intentar su implicación, no siendo buena solución que ella intente suplantar la figura paterna,
b) Evitar, por parte de la madre, actitudes posesivas o sobreproteccionistas. Más aún se debe evitar el que la madre recurra a volcar su afecto en los hijos o en alguno de ellos, incluso haciéndole partícipe de sus insatisfacciones, si no encuentra en su esposo el cariño que busca.
c) La aceptación de cada hijo, de forma que los hijos sean conscientes de ello. Hay que distinguir entre la búsqueda de la excelencia en cada hijo, estimulando la consecución de metas altas, de una actitud constante de desaprobación por no conseguirlas, de forma que el hijo se pueda sentir rechazado.
d) La creación de un clima de confianza, que facilite el que los hijos puedan contar sus preocupaciones y las incidencias de su vida, incluso cuando no se han portado bien, de forma que se les escuche y se les responda con serenidad, sin manifiestas actitudes de nerviosismo, alarmismo, preocupación visible, y menos aún de riña o rechazo. A la vez, se ha de reaccionar enseñando a los hijos a resolver sus problemas, no asumiendo los padres la resolución de los mismos.
e) La existencia de una auténtica educación sexual, bien orientada a la vez que realista. Incluye el proporcionar una adecuada información sobre las inclinaciones homosexuales y la homosexualidad. Implica también a la vez velar por un clima sano en el hogar en lo referente a la sexualidad, evitando que se vean cosas inapropiadas en televisión, internet, etc.
f) Favorecer una relación normal en los hijos con sus amigos/as. Buena parte de la afirmación de la masculinidad o la feminidad tiene lugar en las relaciones con chicos/ as de la misma edad, sin que la familia pueda suplir bien este aspecto. De ahí que una atmósfera familiar muy cerrada en sí misma no sea recomendable; y sí lo sea, por el contrario, promover actividades sanas y normales con otros chicos/as, como la práctica de deportes de equipo.
g) El recto encauzamiento de los rasgos peculiares de los hijos que puedan causar extrañeza, como por ejemplo una sensibilidad exagerada en un chico o una preferencia por gustos masculinos en una chica. Para educar hay que partir de la aceptación de la realidad, e ir ayudando a configurar la personalidad de cada uno, discerniendo bien lo que es un rasgo peculiar de lo que es una anormalidad. En este sentido, es importante evitar calificativos o motes despectivos y en general todo lo que propicie que el hijo se llegue a sentirse "distinto" e incomprendido.
Conviene que los padres estén atentos, particularmente en la preadolescencia y la adolescencia, de la aparición de posibles comportamientos extraños de los hijos sin aparente explicación, especialmente de los que les aísla de su entorno habitual. Conductas como el aislamiento en un mundo artístico-musical, teatral, etc.-que no comparten con nadie, la carencia de amigos o la búsqueda de amigos en entornos distintos a los que frecuenta habitualmente y de los que no se habla en casa, con más motivo si van acompañados de la resistencia a adoptar algunos de los rasgos propios del género -en sí mismos de importancia secundaria-, son lo suficientemente preocupantes como para que se deba indagar en la causa. A veces, se pueden intentar disfrazar con una desmedida aplicación a los estudios, pero ese sentido de responsabilidad en su trabajo no suprime el que se deba buscar la explicación a esas conductas: hay que buscar el desarrollo integral de los hijos, no sólo que triunfen en su actividad profesional. Saliendo al paso de esas anormalidades se consigue muchas veces evitar daños en los hijos, siendo la homosexualidad una de las posibilidades en las que pueden desembocar.
Adolescencia y falsa homosexualidad
Ante una hipotética revelación de la homosexualidad de un hijo, es muy relevante la edad. Si se trata de un adolescente, se debe discernir bien la situación, distinguiendo una homosexualidad propiamente dicha de lo que no va más allá de una inmadurez y una falta de asentamiento de la personalidad en el desarrollo de la personalidad, y de la sexualidad en particular. En la adolescencia, particularmente en los varones, suele darse una cierta indeterminación sexual, de forma que el chico puede sentirse atraído por chicos además de por chicas. Si a eso se une un carácter tímido, y más todavía si ha tenido algún escarceo homosexual en alguna ocasión, es fácil que piense que es homosexual –puede que en ocasiones influya en ello el haber acudido a páginas web intentando aclarar su situación–, o que tenga dudas sobre ello; y no lo es, aunque podría llegar a serlo si se deja llevar por esa impresión.
Es menos frecuente una situación semejante con las chicas, aunque podría ocurrir, Si confluyen una timidez que se cree insuperable en el trato con chicos (asociada normalmente a una percepción negativa del propio cuerpo), el haber tenido en el pasado -a veces, en edad infantil- algún escarceo impúdico con alguna amiga, y la polarización de la amistad con una sola amiga, puede dar como resultado una especie de enamoramiento con esta última. Pero, al igual que en el caso anterior, no se trata de una auténtica homosexualidad.
Queda un párrafo del texto, y la ley me obliga a enlazarlo para que vosotr@s leáis el resto del artículo. Así que mientras enlazáis con "semejante barbaridad", pensad, sonreid y simplemente, cuando os crucéis con alguna madre o algún padre que dude de la homosexualidad de su hij@, demostrarle que NOSOTROS SOMOS PERSONAS, y punto, y que nuestra orientación sexual, si hace algo, es simplemente hacernos "mejores personas", no por ser homosexual o bisexual, sino por "ser como somos".
Para leer el artículo completo, pinchad aquí.
Lo mejor es lo que pone en el último párrafo acerca de que el adolescente se confíe a un/a director/a espiritual. Estos artículos me dejan alucinando un par de días. Ver para creer... que aún se piense así...
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