Recibimos constantemente informaciones sobre "insultos homófobos" efectuados por personajes públicos o no públicos. Nosotros habitualmente nos hacemos eco de la parte positiva de la noticia, y en este caso, la noticia se puede contar como "ataque homófobo de un ex-asesor municipal", o en su contra el titular puede ser "la corporación municipal al completo repudia las palabras homófobas del ex-asesor". Esto ocurrió hace un años, pero, ¿sigue ocurriendo? Pues lamentablemente sí.
-"Mira el pájaro marica… ¿qué pasa, te gusto o qué?”, fué la estupenda frase que el personaje soltó en un pleno municipal, erigiéndose además como representante de una parte de los vecinos de su localidad.
Esa teoría escondida de muchos heterosexuales sobre nuestros sentimientos, basándose exclusivamente en ellos mismos es, más que indignante, ridícula. El heterosexual que piensa con la punta de su aparato reproductor, y que cuando le hablan de dos lesbianas, lo único que acierta a decir es que el "sería feliz en medio de ambas", es simplemente de chiste.
Lo mismo que cuando dan a entender que a todos los gais les gustan todos los hombres. Lo gracioso de estas cuestiones, que en un porcentaje elevado, los "hombretones" que hacen estos comentarios, no se comerían un colín en un pub de ambiente casi ni pagando. Gente fisicamente poco agraciada, habitualmente con esa sensación de "destilar suciedad", y por supuesto machistas, racistas y estúpidos.
En definitiva, hay que educar. Pero hay gente que es imposible hacerles entender determinadas cuestiones. Con lo que, nosotros "pasamos". El silencio hacia ellos es la mejor arma.
Mientras tanto, muchas ciudades españolas se dieron de bofetadas hace un año al descubrir que un Crucero Gay había dejado un buen fajo de millones en las arcas de los comerciantes de aquellas localidades donde atracó unas cuantas horas. También, muchos empresarios están empezando a intentar echar el lazo a todos esos "nuevos usuarios" que por ser homosexuales nunca les habían tenido en cuenta. Y aquí somos nosotros los únicos capacitados para decidir si nos hacemos sus clientes o no.
Mientras, la mayoría de la sociedad avanza, sin mayores prejuicios, y consideramos que dar cancha a estos incontrolados es algo así como contar un chiste. Y de vez en cuando los "chistes" están bien.
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