Situemos a los protagonistas. Andrés Suriani es un político. Y Ro Liendro es la Directora Municipal de la Diversidad de la Municipalidad de Salta. Y el primero acaba de enviar una carta a la segunda, quejándose de la petición del Concejo Deliberante de la Mnicipalidad de Salta para que las mujeres paguen lo mismo que los hombres en las discotecas y salas de baile.
El politico trata en masculino a Ro Liendro, conocida y activista mujer transexual. Pero esto no es lo único, sino el tono de la carta, que os mostramos íntegra a continuación para que la valoréis.
Por la presente me dirijo respetuosamente a Ud. en mi carácter de actor político con el objeto de solicitarle que desde el lugar de responsabilidad institucional y política que ostenta recepte las diversas reacciones ciudadanas manifestadas en relación al Proyecto de Ordenanza presentado ante el Concejo Deliberante por parte del funcionario municipal Rodrigo Liendro.
Es mi voluntad hacer llegar cortésmente mi contundente oposición a tal iniciativa de norma municipal en razón de los considerandos que pasaré brevemente a señalar.
La discriminación que lamentablemente padecen los vecinos salteños que adoptaron una identidad de género diversa o simplemente son personas homosexuales es una situación que debemos tratar de combatir a través de diversas formas, estimo que ningún ciudadano de bien se opondría a tal finalidad, ni siquiera quienes no compartimos dicho estilo de vida ya que estamos obligados por serios motivos de respeto, consideración y, desde luego, por garantías de índole constitucional que así lo decretan.
Ahora, tal cual lo expresó nuestro Santo Padre, hay una evidente diferencia entre lo que es el inobjetable derecho de toda persona a adoptar el estilo de vida sexual que prefiera y vivirlo a su manera sin restricción de ningún tipo, y lo que se reconoce comúnmente como "lobby gay", vale decir, hacer un abuso de dicho derecho y en lugar de ejercerlo dentro de sus parámetros pretender imponer a la comunidad toda sus costumbres e inclinaciones generando así una tergiversación que concluye en propuestas estrambóticas como la que se pretende implementar estos días.
Un ejemplo del fenómeno señalado, es la norma nacional que admitió el casamiento ante personas del mismo sexo, dicha medida fue impuesta por grupos organizados con fuerte presencia en los medios de comunicación masiva y con el impulso estratégico de diversas personalidades y organizaciones que justamente hicieron "lobby" para que nuestros representantes aprueben dicha disposición. De más está decir que nuestra sociedad en su gran mayoría estuvo en desacuerdo con dicha pretensión y así se hizo saber a través de multitudinarias marchas a lo largo y ancho del país. Lo concreto es que al día de hoy son escasísimos los matrimonios celebrados entre personas del mismo sexo y queda a las claras entonces que la Ley de Matrimonio Igualitario no fue el producto de una pretensión social genuina, necesaria ni mucho menos apremiante, si no que fue el resultado del trabajo de grupos minoritarios que pretender imponer su moral.
En plena consonancia con lo expuesto ut supra, entiendo que el Proyecto de Ordenanza presentado por el Sr. Rodrigo Liendro pretende justamente imponer criterios y restricciones a una sociedad que tiene sus propias costumbres e idiosincrasia, por lo cual la ilusoria ordenanza terminará resultando redondamente absurda y a todas luces inconstitucional, teniendo en cuenta que la misma al prohibir un ingreso gratuito o más accesible para las mujeres a los locales bailables se involucra de lleno en un terreno que es absolutamente ajeno al de los homosexuales como ser el trato y preferencia que como comunidad le brindamos a las damas. Vale decir, la norma avanzaría sobre una práctica consuetudinaria social basada en diversas atenciones que como hombres tenemos con las damas, o sea un terreno remotamente alejado y desvinculado de la cuestión de las minorías sexuales y sus derechos.
Otro aspecto sustancial y que es infranqueable es el legal, con una norma de alcance municipal no se puede avasallar los derechos a la propiedad y a ejercer el comercio libremente que poseen los empresarios del rubro, si bien no desconozco que el privilegio del que gozan las damas para acceder a un local nocturno es desde el enfoque comercial y de marketing una cuestión estratégica, ser el trato y preferencia que como comunidad le brindamos a las damas. Vale decir, la norma avanzaría sobre una práctica consuetudinaria social basada en diversas atenciones que como hombres tenemos con las damas, o sea un terreno remotamente alejado y desvinculado de la cuestión de las minorías sexuales y sus derechos.
En conclusión, respetuosamente apelo a las buenas diligencias y al claro criterio que lo caracteriza para que pretensiones legislativas como la citada, tan absurdas e violatorias de nuestras costumbres y leyes, puedan llegar a tener asidero en el ámbito que Ud. dirige.
Lo saludo distinguidamente.
Andrés Suriani
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