Cuando pensamos en animadoras o cheerleaders de los deportes americanos, lo primero que nos viene a la cabeza son rubias explosivas, con uniformes mínimos y sonrisas “profidén” para mayor gozo de los aficionados.
Pero parece que esto empieza a cambiar. Por una parte el baile acrobático de las animadoras se está planteando como deporte olímpico, algo a considerar ya que para ser animadora uno de los requisitos es dedicarse profesionalmente a la danza.
Lo que nadie se había planteado hasta ahora es que las animadoras pudieran ser animadores. Es decir, que este mundo diera la opción a que cualquier profesional del baile pudiera presentarse a las exigentes pruebas y selecciones que los equipos plantean, y pudiera haber variedad de género en este ámbito.
Ahora Quinton Peron y Napoleon Jinnies se han convertido en historia del deporte americano, de la mano de Los Angeles Rams. Estos dos bailarines y coreógrafos profesionales se plantearon por qué no ser animadores del equipo de Los Angeles Rams (fútbol americano), así que se presentaron a las exigentes pruebas de selección de las ‘Rams Cheerleaders’, fueron superando fases y se han convertido en los dos primeros hombres en ser cheerleaders en la NFL.
Los primeros hombres, gays y negros que se convierten en cheerleaders en la NFL. Porque la importancia de la noticia radica en que no solo se ha abierto el camino a un género, sino a todos los géneros. Se empieza a visualizar al colectivo LGTBI en ámbitos tan enfocados a la exhibición de mujeres para regocijo de hombres como es el mundo de la animación deportiva (incluido el imaginario erótico que conlleva la figura de la animadora) y empieza a verse como lo que es, un deporte muy exigente, realizado por personas profesionales del baile y donde tiene cabida cualquier profesional que tenga el nivel de pericia adecuado.
En mi opinión hay una doble ruptura de estereotipos: la animadora ya no tiene que ser la rubia boba y la animación deportiva se abre a los profesionales de la danza sean del género que sean.
En cuanto se publicó la noticia, ya os podéis imaginar las reacciones en redes sociales. Todos sabemos que el anonimato de internet es muy atrevido y junto a reacciones positivas hubo por supuesto, quienes vieron en este hecho un atentado a lo que la América de Trump defiende y representa. Comentarios tipo “a dónde va a llegar este país”, o que el hecho de que se aceptara a dos bailarines profesionales, que da la casualidad que son hombres, gays y negros ponía “en entredicho la masculinidad del hombre afroamericano” (como si un hombre afroamericano no tuviera derecho a ser gay), son dos muestras del talante que sobre la diversidad y la visibilidad del colectivo LGTBI, campa por muchas de las cabecitas de nuestros vecinos norteamericanos.
Que en Estados Unidos hay y siempre ha habido una doble moral, eso no sorprende a nadie. Lo que sorprende esta vez (y para bien) es que algo tan “masculino” como el fútbol americano y algo tan “endogámico” como el mundo de las cheerleaders hayan dado un paso adelante y hayan abierto las oportunidades laborales a profesionales de distintos géneros, valorando lo único que se tendría que valorar, que es la profesionalidad de quienes optan a un puesto de trabajo, su competencia y su pericia, dejando de lado estereotipias trasnochadas, políticas de doble moral, y discriminaciones por cuestión de género o de opción sexual.
Quinton Peron y Napoleon Jinnies han hecho historia. Pero la han hecho muy bien. A base de esfuerzo, de profesionalidad, de trabajo duro y de ilusión. Y aún así las voces discordantes de esa “Ante todo América” que proclamaba tanto en su campaña electoral el Sr. Trump, se han empeñado en desenfocar este hecho, poniendo por delante y de forma crítica y destructiva (como no podía ser de otra forma) la condición sexual de estas personas. A estos descerebrados me encantaría recordarles que estos chicos no han llegado donde han llegado por ser gays, sino por ser coreógrafos y bailarines profesionales, que, por otra parte, era el requisito que se exigía desde Los Angeles Rams para pertenecer a su equipo de, ahora, animadores.
Esta noticia puede parecer algo menor, pero si la encuadramos bien, vemos que es un logro importante, que puede marcar un antes y un después en la, cada vez mayor, visibilidad del colectivo LGTBI, en ámbitos donde, hasta 2018, parecía impensable su presencia. Además, y por qué no decirlo, supone un “zas en toda la boca” a los “trumpistas” blancos, heteros, retrógrados y moralistas.
Para ver las fotografías publicadas en la página web empresasgayfriendly.com, pinchad aquí.
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