Cuando era adolescente, Jorge L. escuchó de su padre una de las frases que más le han dolido en su vida: “Me da vergüenza porque lo que haces no es natural y va en contra de Dios”. Ahora que tiene 25 años lo cuenta con algo de humor y dice que entiende que en ese tiempo su papá estaba “muy metido en una religión rara” y que no aceptaba por completo su orientación sexual.
Tuvieron que pasar varios años para que su familia dejara de citarle la Biblia cada vez que él hablaba de sus gustos. Siempre fue un defensor de su identidad. “No sé por qué, pero desde niño supe defenderme”, comenta. Se considera agnóstico y no ha rezado ni una sola plegaria desde que tenía 14 años, tampoco ha ido a la iglesia. No critica a quienes creen en Dios, pero él prefiere mantenerse lejos de las creencias religiosas.
Y es que desde hace siglos, la “Iglesia y la homosexualidad han sido como el agua y el aceite”, explica Efraín Soria, coordinador de la fundación Equidad. Reconoce que se ha usado la Palabra de Dios para estigmatizar y discriminar a la comunidad Lgbtiq (Lesbianas, Gais, Bisexuales, Trans, Intersex y Queer).
Durante los últimos años, Soria ha notado que muchas de las personas que acuden a la fundación están buscando conectarse con algo espiritual y no lo encuentran porque las puertas se cierran. En su caso, es muy creyente y espiritual. Lo bautizaron bajo el catolicismo y afirma que al parecer no se cambiaría de religión.
El activista ha visto cómo actualmente algunas religiones van abriendo espacios para que todos puedan acceder y sabe que incluso por no perder adeptos, tarde o temprano, tendrán que dar un giro a su pensamiento.
A pesar de esto, pasa igual que en todo lo que involucra a la sociedad y su ideología. Aunque en Ecuador no hay cifras que muestren la discriminación que han sufrido los miembros de la comunidad, sí se sabe que “aún las practicas socioculturales sean individuales o colectivas, incluso institucionales, presentan fuertes tendencias discriminatorias y estigmatizantes”, de acuerdo con un informe presentado por Equidad, en 2016.
En uno de los cultos, un hombre dio gracias a Dios por su relación. Él y su pareja (también varón) se llevaban muy bien y estaban felices de poder compartir lo que sentían. Lo cuenta Felipe Adols, pastor de la Iglesia luterana en Quito. Es una de las tantas anécdotas en las que las personas que acuden a las celebraciones han expresado su orientación de forma voluntaria.
En el caso del islamismo, considerada una de las religiones más conservadoras, han surgido movimientos a favor de la inclusión de todos en sus creencias. Es el caso de la red Nasij que surgió en Barcelona y que intenta visibilizar la existencia y la organización de las personas musulmanas gays, lesbianas, trans y bisexuales.
Para leer el interesante artículo publicado por la página web lahora.com.ec, pincha aquí.
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