En una pequeña habitación de un barrio popular de Madrid, un grupo de apoyo conformado por solicitantes de asilo LGBTI y dirigido por la ONG la Merced Migraciones, se reúne desde hace más de un año para compartir experiencias.
Se trata de un grupo abierto, por el que han pasado decenas de personas de diversos países como Camerún, Guinea, Marruecos o Venezuela, que tienen común haber tenido que salir huyendo de sus países para escapar de la persecución, entre otros motivos, por su orientación sexual o identidad de género.
Este punto de encuentro, donde se trabaja la autoestima y el empoderamiento, es un ejemplo “exportable” de buenas prácticas para un colectivo sobre el que pesa a veces una triple discriminación: son extranjeros, son refugiados y son LGBTI. En los talleres semanales organizados por La Merced Migraciones, que cuentan con el apoyo de ACNUR y muchas otras entidades, los participantes tienen acceso a profesionales que les asesoran sobre salud, formación, empleo y cuestiones legales.
"Es muy importante que se haga una identificación temprana de las necesidades específicas de los solicitantes de asilo LGTBI, porque por cuestiones culturales, educacionales o por las experiencias traumáticas vividas, muchos van a necesitar apoyo para la presentación de sus casos”, explica Juan Carlos Arnáiz, oficial de protección de la Oficina de ACNUR en España. “Esta identificación es fundamental para una correcta valoración de sus casos y para una acogida e integración exitosas”, añade Arnáiz.
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