En Turquía no hay leyes contra la homosexualidad y en ciudades como Estambul y Ankara existe incluso un vibrante "ambiente gay".
Turquía se ha establecido en los últimos años como "zona de tránsito" para refugiados homosexuales de Oriente Medio, sobre todo de Irán, que esperan en el país eurasiático hasta que un país occidental los acoja.
Ramtin, oriundo de Teherán, es uno de ellos y cada dos semanas debe viajar desde Estambul hasta la cercana ciudad de Yalova para firmar en una comisaria.
Se trata de un trámite obligatorio para solicitantes de asilo homosexuales, bajo protección de ACNUR, la Agencia de Refugiados de la ONU, siempre a la espera de que un país occidental los acoja.
Este joven de 27 años llegó a Turquía hace tres años huyendo de su propia familia, enfurecida con él por su condición de homosexual.
A finales de 2016 consiguió un visado para EEUU, pero su emigración se frustró por el veto del presidente Donald Trump a ciudadanos de siete países musulmanes, entre ellos Irán.
En la República Islámica la homosexualidad está prohibida bajo amenaza de pena de muerte.
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