Los Beneficios y placer del masaje anal son tan desconocidos como escondida, discriminada y maltratada queda esta parte del cuerpo que tan amablemente soporta el peso de todo nuestro cuerpo cuando nos sentamos a nivel externo, y tan eficazmente desecha los restos de alimentos que hemos digerido a nivel interno.
El ano recibe un trato injusto: motivo de burla, humillación y vergüenza. Quizás por este motivo se revela a veces, reclamando atención, en forma de hemorroides, fisuras, abcesos y cáncer, además de estreñimiento e incontinencia. Entonces nos acordamos de él momento a momento.
El masaje anal es una forma de tratamiento muy efectiva en todos los casos mencionados, al estar asociados a la tensión, la resistencia y el rechazo. El tratamiento no podría ser más placentero: Masaje en una de las zonas del cuerpo más provistas de terminaciones nerviosas. El masaje anal transforma el dolor en placer, y podemos afirmar también que el placer cura.
El masaje anal es desconocido en el tratamiento de enfermedades del ano por un hecho cultural. Por una parte se discrimina el ano por ser el encargado de expulsar los residuos de la digestión, y ¿quizás por estar detrás y abajo?. Por otra parte, muchas personas relacionan el ano con una parte “sucia” y perversa en las prácticas sexuales y, en los hombres, como un signo de homosexualidad.' Por estos motivos, quien quiera obtener beneficios y placer del masaje anal, tendrá que ser discreto, y tan solo explicar su experiencia a las personas que considere comprensivas y abiertas. Tan absurdo como real.
Al margen del masaje, los hábitos que tenemos son también determinantes para disfrutar de una buena salud anal:
Una alimentación rica en fibra y variada, una higiene adecuada (El bidet es una gran ayuda), y sobretodo, una actitud y trato amable con nuestro ano. (Jack Morin, el experto en sexo anal más reconocido, recomendaba darse un breve masaje uno mismo en la ducha) Tener cuidado con el papel, o lavarse en el bidet después de defecar, darse un masaje sensitivo en la zona anal externa hasta el orificio antes de acostarse, practicar Kegels con respiración y relajación, etc. Y por supuesto, los hábitos sexuales: jamás incluir el dolor anal en ellos.
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