Dos mujeres que entran abrazadas a una habitación, una familia formada por dos hombres, una pareja de lesbianas que proclaman que lo son. En nombre de la moral y las buenas costumbres, el Consejo Nacional de la Publicidad de El Salvador censura campañas publicitarias sin que la industria creativa ni los medios de comunicación protesten por ello. Hay organizaciones que lo consideran un atentado a la libertad de expresión. El gremio lo considera simple autorregulación. En el caso de la reciente campaña de Digicel, el mismo Gobierno de El Salvador pidió que se censurara el spot por ser "nocivo" para la niñez.
Dos mujeres jóvenes abrazadas en actitud cariñosa que cierran una puerta para ocultarse de nuestras miradas. Esa fue la mecha que detonó hace dos meses el sistema de censura de la industria publicitaria de El Salvador. Desde hace 36 años, la publicidad salvadoreña se rige por un código de ética que gran parte del gremio asegura desconocer, y que fue instaurado por una élite de publicistas, anunciantes y dueños de medios que hace 51, con la intención de escapar de la rígida censura previa gubernamental, crearon el Consejo Nacional de la Publicidad (CNP). En ese código y en el consejo de publicistas que lo aplican —con flexibilidad unas veces, con afilada tijera otras— delega aún hoy el Estado su mandato legal de vigilar que los contenidos, mensajes, imágenes que se exhiben en público cumplan con los requisitos de ley y de restringirlos a rangos de edades o prohibir, en caso extremo, su difusión.
Para la industria publicitaria es un orgulloso ejercicio de autorregulación; para ciertas organizaciones de sociedad civil, una puerta a la violación arbitraria de la libertad de expresión y de información. Sobre todo, cuando los contenidos abordan asuntos de religión y sexualidad.
La secuencia de las dos jóvenes abrazadas pertenece a la pieza “Manifiesto” con la que la empresa de telecomunicaciones Digicel se relanzó el pasado mayo. El spot de 61 segundos, emitido por primera vez el 27 de mayo en radio y televisión, proclamaba que “todos podemos ser libres y tener derecho sobre nuestros cuerpos”, e incluía también a una mujer con los pechos al aire pero pudorosamente tapados por unas manos animadas, y a un joven bailando con zapatos de tacón, mientras invitaba con voz en off a “portarse mal para sentirse bien”. El mensaje, intencionalmente provocador, generó un cortocircuito en el Consejo de la Publicidad. Solo 24 horas después de que se lanzara, la transmisión del anuncio ya había sido suspendida por algunos medios de comunicación y CNP emitido un fallo en el que ordenaba la “suspensión inmediata” en aquellos canales de televisión y radio que todavía no lo hubieran hecho. La amalgama de ideas que Digicel firmaba en su nueva campaña violentaba, según el documento, “el orden público, la moral, la decencia y las buenas costumbres”.
Digicel sabía perfectamente que el mensaje que iba a lanzar era disruptivo y retador. La compañía pretendía reposicionarse en el mercado, redefinir su imagen y su público, y eligió para ello una campaña con antecedentes: “Manifiesto” es una adaptación de otra campaña que la compañía chilena Wom lanzó en agosto de 2015, dirigida por la misma agencia publicitaria, Diván, y que también en Chile generó polémica y terminó en censura. Respecto a aquella campaña, el Consejo de Autorregulación y Ética Publicitaria (Conar) de Chile emitió el 21 de agosto de 2015 una declaración pública en la que explicaba que la decisión de bloquearla respondía a que había causado polémica “principalmente, por las imágenes que muestran a mujeres en actitudes insinuantes y sexualizadas, sin tener relación alguna con el rubro y servicios prestados por la compañía, exhibida en horarios, lugares y soportes publicitarios donde menores de edad quedan expuestos a ella”.
Pese a este precedente, Ignacio Román, CEO de Digicel en El Salvador, asegura que entre sus previsiones no estaba que la pieza fuera censurada. “Tú solo ves dos chicas que están entrando a una habitación. Tratamos de no ser explícitos y tratar los temas con mucho respeto, entendiendo que iba a haber algunas personas que no les iba a gustar. Pero también queríamos que se generara la conversación”, explica.
El Consejo Nacional de la Publicidad cree, sin embargo, que El Salvador no está preparado para esta conversación. La insinuación de las dos jóvenes abrazadas el CNP la califica sin matices como la aparición de “dos mujeres lesbianas cerrando la puerta de una habitación”, y argumenta en su fallo que la secuencia violenta el derecho de los niños a recibir información y educación en salud sexual y reproductiva “de forma prioritaria” de parte de sus padres, según lo establece en el artículo 32 de la Ley de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia (Lepina). Además, tacha de “inadecuado” el mensaje, y afirma que la libertad de expresión está supeditada a la protección de “la moral, la decencia el orden público y las buenas costumbres”, según lo establece el artículo 9 de su Código de Ética.
Para leer el largo e interesante articulo de opinión publicado por la página web elfaro.net, pinchad directamente aquí.
© 2014 - 2024 Development by Clara Díaz Fonticoba. All Rights Reserved.