Las cifras de asistencia a las manifestaciones bailan constantemente según la fuente que las facilite, pero en el caso de Jerusalén, estábamos esperando la reacción de la ciudadanía después del asesinato en pleno orgullo de una joven por un monstruo disfrazado de religioso.
Las autoridades israelís protegieron la marcha con más de dos mil agentes y la detención de algunos radicales que insinuaron iban a repetir la 'experiencia' del año pasado.
Un orgullo reivindicativo, a cara descubierta, que nos hace pensar que no todo está perdido, y que el miedo no impedirá que la gente LGTBI poco a poco vayamos consiguiendo todos los derechos como cualquier ciudadano.
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