Como todos los veranos desde que mis padres se divorciaron y me fuera a vivir con mi padre a Alemania siempre pasaba algunas semanas con mi madre en España.
Este año iba a ser un poco diferente, ya que se había casado de nuevo y se había mudado a una pequeña urbanización en un pueblo de Soria.
A pesar de que me imaginaba que no habría muchos chicos gays por la zona actualicé mis perfiles en las aplicaciones más populares para ligar. Con el nick de “Pasivo Alemán” y una sugerente descripción para atraer buenos activos: “Wapo alemán de 20 años, 175 y cuerpo delgado. Culazo y muy vicioso en la cama”. Junto con fotos bastante explicitas de mi cuerpo, sobretodo de mi culo que es lo que más llamaba la atención en los tíos. A pesar de estar bien dotado con un rabo de 18 cm y grueso ni siquiera lo mencionaba ya que era únicamente pasivo en la cama.
Tal como me pensaba no había muchos tíos gays por la zona, los más próximos estaban a bastante kilómetros de distancia y al no tener yo sitio puesto tampoco se animaban mucho a venir. Me consolaba pensando que ya recuperaría el tiempo cuando la otra mitad del verano fuera a Mallorca con mi padre. Allí no tenía problemas con encontrar chicos de todo tipo e incluso podía quedar con varios un mismo día.
El primer fin de semana de estar en España mi padrastro organizo una fiesta invitando a los miembros de un club motero del que era socio. Estos eran casi todos matrimonios de mediana edad, así que para mi la fiesta consistía en poder beber todos los litros de cerveza que mi cuerpo pudiera tolerar.
La cosa cambiÓ cuando apareció un nuevo invitado. Un morenazo de mi estatura, de unos 35 años y muy atractivo. Llevaba unos pantalones de cuero que le marcaban un buen paquete y una camiseta sin mangas bastante holgada que permitía ver un cuerpo bastante fuerte y un torso ligeramente velludo. El pelo lo llevaba rapado y con barba cerrada de varios días. Era mi prototipo de macho y lo tenía delante de mi.
Le pregunté a mi madre por el nuevo invitado y me contestó que se sorprendía de ver a Sergio en la fiesta, así se llamaba aquel pedazo chulazo, ya que hacía apenas unas semanas que se había separado. Su mujer lo había dejado para irse con otro. No llegaba a comprender como alguien era capaz de no querer estar con aquel hombre, yo me pasaría el día a sus pies adorándole y satisfaciendo cada uno de sus deseos.
Durante el resto de la fiesta mi único objetivo era no perder de vista a Sergio y deleitarme con su belleza mientras mi rabo permanecía bien duro en todo momento y fantaseaba con ser follado por aquel chulazo español.
De repente en un descuido a Sergio se le derramó una jarra de cerveza encima, manchándose la camiseta y su pantalón de cuero. Enseguida fui a ofrecerme a ayudarle, que le prestaba una de mis camisetas para que se cambiara. Me lo llevé hasta mi habitación y allí mientras él se quitaba la camiseta manchada de cerveza yo hacía tiempo como si buscase una limpia y podía contemplar su musculado cuerpo a través del espejo de mi armario. Le acerqué una camiseta limpia y mientras se la ponía con la excusa de limpiarle un poco el pantalón me arrodillé, quedando mis ojos a la altura del gran paquete que marcaban aquellos ajustados pantalones de cuero. Le desabroché el pantalón diciéndole que así se lo podía limpiar mejor, pudiendo ver un ajustado slip verde que encerraba un pollón de grandes dimensiones. No pude resistirme y le bajé los slips ante la sorpresa de Sergio, dejando libre un pollón que estando en reposo alcanzaba casi los 20 cm y bien grueso. Antes que el motorista pudiera reaccionar me lo metí en la boca y al instante noté como se iba poniendo bien duro. Sergio se quedó como paralizado y se dejó hacer. Mientras su pollón alcanzaba unas dimensiones enormes en mi boca el se apoyaba en la pared, con los ojos cerrados y murmurando: “esto no está bien, esto no está bien”.
Cuando me la saqué de la boca pude apreciar que aquel enorme rabo había alcanzado casi los 25 cm, era con diferencia el pollón más grande que me había encontrado nunca. Ahora el que se quedó en sock era yo pero reaccioné pronto, si quería disfrutar de aquel gran rabo español tenía que ir rápido antes que Sergio reaccionase y se fuera. No se como pero conseguí tragármelo de nuevo casi entero y empezar una gran mamada. Ahora las dudas del motorista eran amagos de gemidos de placer pero seguía con los ojos cerrados. Disfruté como nunca comiéndome aquel monstruoso rabo hasta que Sergio dio signos que iba a correrse. Quiso apartarse pero yo le retuve, grandes cantidades de lefa inundaron mi boca, estando apunto de ahogarme. Cuando saqué su gran rabo de mi boca Sergio se dio prisa en subirse los pantalones e irse de allí a toda prisa. Yo me quedé un rato en mi habitación saboreando los restos de su leche que aun quedaban en mi boca. Cuando salí de nuevo y pregunte por él mi madre me dijo que se había marchado, que por lo visto no se encontraba muy bien.
No esperaba volver a ver a Sergio pero pasados unos días cuando salía de casa para ir a la piscina de la urbanización lo vi al otro lado de la calle, en su moto de gran cilindrada. Me hizo un gesto para que me acercará y no lo dude un instante aunque un poco nervioso porque no sabía cuales eran sus intenciones.
Al acercarme y ver que me recibía con una sonrisa me tranquilizó un poco. Me proponía ir a dar una vuelta con la moto y de paso acercarnos a su casa para devolverme la camiseta. Me pasó un casco y me subí en aquella gran moto y me sujetaba a su fuerte y musculoso cuerpo. Al llegar a su casa entramos en el garaje para dejar la moto y cuando me dijo de ir a buscar la camiseta le cogí el mando de la puerta del garaje y la volvía a bajar. Estaba claro que el motorista quería volver a estar conmigo pero no se atrevía a decirlo.
Me quité el bañador y la camiseta de tirantes que llevaba y quedándome desnudo solo con mis zapatillas deportivas me acerque a él. Yo mismo me encargué de quitarle la ajustada camiseta blanca que llevaba y unos vaqueros que tampoco podían disimular su gran paquete. Allí tenia aquel pedazo de macho español, con su gran torso cubierto de moreno vello y un enorme pollón en unos ajustados slips blancos. Me arrodille ante él y le fui bajando lentamente los slips mientras su enorme rabo salia disparado. Lo atrapé con las dos manos y empece un suave masaje antes de metérmelo en la boca. Esta vez Sergio no cerró los ojos, me contemplaba mientras le iba haciendo una profunda y placentera mamada. Me encantaba el tamaño de aquel rabo, siempre había fantaseado con tragarme uno de aquellas dimensiones.
Poco a poco el motorista se fue animando y actuar como un buen macho. Me cogía fuertemente de la cabeza y me forzaba a tragarme su gran rabo hasta el fondo mientras me iba soltando todo tipo de insultos que me ponían aun más cachondo.
Cuando se cansó de follarme le boca empezó a darme pollazos en la cara y luego golpeándosela en la mano, como si fuera una porra me decía que iba a comprobar que era lo que pasaba si se calentaba a un macho español. Yo me moría de ganas por comprobarlo.
Me llevo hasta su moto y me puso sobre la parte posterior sentado y apoyando mi cuerpo sobre el asiento. En esta postura le dejaba libre mi culo para que él de pie me metiera su gran pollón. Mientras se iba poniendo un condón yo aprovechaba para meterme buena cantidad de saliva en el culo e intentar prepararlo para lo que se iba a tragar, que a pesar de dilatar sin problemas nunca me habían metido una polla tan grande. El motorista antes de metérmela también me echo unos cuantos gapos y comprobó con sus dedos si mi ojete cedía bien. Al comprobar que se abría con facilidad empezó a metérmela poco a poco, al principio costaba avanzar y me tenía que agarrar fuertemente al asiento del dolor que estaba sintiendo en ese momento. Tras unos cuantos intentos finalmente entró hasta el fondo y Sergio empezó una penetración suave al principio mientras me cogía fuertemente por la cintura. Tal como mi culo se iba abriendo más y más el motorista iba incrementando la intensidad de la follada y con ello el gran placer que estaba sintiendo en aquellos momentos. Empecé a gemir y a chillar fuertemente en alemán, aprovechando que estábamos encerrados en el garaje y nadie podía escucharnos. Al mismo tiempo Sergio me iba azotando el culo y llamándome cosas del estilo de “puta”, “zorra”, “te voy a partir el culo”, que a mi me ponían aun mas cachondo y deseaba que me metiera más caña.
Con el culo bien abierto cambiamos de posición. Me tumbé sobre la moto con las piernas bien abiertas y él aun de pie me la volvió a clavar hasta el fondo con fuertes embestidas. A los insultos y azotes añadió el escupirme en la cara, me encantaba sentirme dominado por aquel semental español. En aquella postura podía contemplar como su atractivo rostro, con su barba cerrada y pelo rapado adquiría una expresión de macho en celo dispuesto a reventarme el culo mientras gotas de sudor recorrían su musculoso cuerpo moreno. Me moría de ganar de poder lamer su torso peludo y morder sus pezones. Se notaba que el motorista hacía tiempo que estaba con ganas de meter su enorme rabo en un agujero y mi culo estaba satisfaciendo sus más oscuros deseos. Cuando se cansó de follarme y reventarme el culo fue él quien se sentó en la moto para que se la comiera de nuevo. Su rabo seguía tan duro como al principio y me esforzaba por intentar tragármelo todo, fui incrementando la intensidad de la mamada hasta que Sergio dio signos que iba a correrse. Me apartó y se corrió abundantemente sobre el asiento de la moto. Luego me obligo a limpiar los restos de leche de su pollón y cuando acabe me ordeno que limpiara con la lengua toda la lefa que había sobre el asiento. Mientras iba saboreando cada gota de aquel elixir él se fue vistiendo de nuevo. Cuando dejé reluciente el asiento de la moto me dijo que ya me podía ir para casa.
Como de nuevo no me había devuelto la camiseta estaba seguro que el motorista volvería a por mi otro día.
Fotografías del artículo "chicos en moto, el morbo doble". Pincha aquí para verlo.
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