Todos los veranos la segunda quincena de Julio la pasaba en la finca familiar donde nos reuníamos la extensa familia que tengo. Normalmente por motivos de trabajo o estudios cada uno vive en un lugar distinto y es de las pocas épocas del año en las que nos reunimos todos.
El estar separado de mi familia mientras estudiaba en la Universidad me permitía vivir libremente mi sexualidad sin tener que dar explicaciones a nadie.
A mis 22 años intentaba disfrutar de mi versatilidad en la cama al máximo y gracias a mi atractivo físico no tenía problemas en ello. Rubio, ojos verdes, 180 de altura, cuerpo atlético currado en el gym y bien dotado. Por no mencionar el buen culazo que tenía, que era el sueño de todo buen activo. Más de un tío hetero se ha había fijado en mi trasero y quedado con las ganas de follárselo.
Ya llevaba más de una semana en la finca y por lo tanto sin sexo, lo que se convertía en una tortura para mi acostumbrado a follar casi a diario. No paraba de contar los días que me faltaban para ir a Ibiza y ligar con todo chulazo que se pusiera a tiro.
Aquella tarde después de comer estaba dando un paseo cuando terminé enfrente del antiguo granero convertido ahora en almacén. Entré y mientras lo recorría recordando los veranos pasados allí jugando con mis primos escuché que alguien entraba en el granero. Oculto detrás de uno de los viejos tractores pude ver que era Paco, el capataz de la finca acompañado por uno de los mozos, un chico joven con pinta de ser del Este de Europa.
Paco era un hombre casado de unos 40 años, de mediana estatura y aspecto rudo pero atractivo. Iba vestido con unos viejos vaqueros, botas y una camisa sin mangas que llevaba desabrochada. Eso le permitía lucir su torso velludo en un cuerpo fuerte y moreno por las largas horas al sol. La verdad que me daba cierto morbo aquel ejemplar de macho ibérico.
Para mi sorpresa Paco empujó al joven y poniéndolo contra la pared le bajó de un golpe el pantalón corto y los calzoncillos que llevaba. Se sacó el rabo y a pesar de la distancia pude ver que era un buen pollón, largo y grueso. Se saco un condón y se lo puso mientras le iba dando azotes al chico joven que no abría la boca para nada. Se puso detrás de él y le clavo de golpe su rabo y el mozo emitió un ligero quejido pero no dijo nada más. Paco se puso a follárselo duramente, dándole fuertes embestidas, como un toro bravo. Aquella escena me puse a mil y me saqué el rabo todo duro que ya había alcanzado sus 19 cm y estaba babeando de lo cachondo que estaba. Al mismo tiempo que Paco le reventaba el culo a aquel mozo yo me hacía un buen pajote sin poder quitar la vista de aquel semental follando. Al rato Paco empezó a jadear más fuerte, se saco el rabo y terminó corriéndose sobre el culo del joven. Se limpio con la camiseta que este aun llevaba puestas y se fueron del almacén sin dirigirse la palabra en ningún momento.
Al día siguiente volví al almacén sobre la misma hora, con la esperanza de volver a pillar a Paco follando y me oculté detrás del viejo tractor. Tan atento estaba a la puerta que no me di cuenta que Paco se acercaba por detrás y me pillaba por sorpresa.
Paco poso su mano sobre mi hombro y al girarme me le encontré con gesto desafiante.
“Así que has vuelto para espiarme de nuevo. O te crees que no me di cuenta que ayer estabas aquí detrás mirando todo lo que pasaba. Pues a los mirones como tu hay que darles una buena lección” Mientras me decía esto en tono amenazante se iba tocando con sus rudas manos el gran paquete que aquellos viejos vaqueros no podían disimular.
En aquellos momentos estaba entre asustado y cachondo, no pudiendo pensar en otra cosa que llevarme aquel pollón a la boca. Paco se pensaba que me estaba amenazando con sus palabras, cuando en realidad estaba deseando que me “diera una lección”.
Paco me empujó contra el tractor y empezó a frotar su paquete sobre la fina tela del pantalón corto que llevaba. Al igual que ayer a mi también me lo quito de un tirón y por el rabillo del ojo pude ver su cara de asombro al ver mi culazo. Se saco su grueso rabo que ya de cerca pude apreciar que medía más de 20 cm y fue a coger un condón del bolsillo pero antes que tuviera tiempo de ponérselo me liberé de sus fuertes brazos y para su sorpresa me puse de rodillas delante de aquel pollón. No estaba dispuesto a desperdiciar la oportunidad de saborear aquel rabo de macho ibérico.
Ahora el sorprendido era Paco, por lo visto solo se limitaba a darle por culo a los jóvenes mozos de la finca y no le solían comer el rabo.
Aunque al principio un poco reticente a que se la comiera en el momento en que notó mis labios sobre su dura polla y empecé a mamársela todo cambio.
Paco empezó a gemir y resoplar como un toro bravo mientras le comía su pollón hasta el fondo y relamía sus huevos peludos que desprendían un fuerte olor a sudor que me ponía más cachondo aun.
Me tragaba aquel enorme trozo de carne con ansia, mientras me sujetaba a las fuertes y velludas piernas de Paco. Cuando los gemidos de Paco fueron aumentando de intensidad, preludio de que estaba a punto de correrse paré la mamada y me levanté. Me dolían tanto las rodillas como la mandíbula de la pedazo mamada que le había realizado.
Paco permanecía de pie, vestido con sus botas y su camisa abierta sin mangas y con el cuerpo ya todo sudoroso. Era el turno de ofrecer mi culo a aquel semental en celo. Le entregué el condón y mientras se lo ponía, yo me apoyé en el viejo tractor dejándole una buena vista de mi culazo y abriéndome con las manos los cachetes del culo para que viera mi sonrosado ojete recubierto de un fino vello rubio.
Como llevaba ya unas cuantas semanas sin ser penetrado mi ojete estaba un poco cerrado. Al notarlo Paco escupió en mi culo unas cuantas veces antes de empezar a metérmela rudamente. La falta de tacto lo compensaba el morbazo de ser dominando por un hombre tan bruto. Poco a poco mi culo se fue dilatando y empecé a disfrutar de las fuertes embestidas del capataz. Paco me la metía hasta el fondo, a saco, notando como sus peludos huevos chocaban contra mi culo. Me encantaba que un buen activo me diera caña y el capataz lo hacía fenomenal.
Cuando de nuevo note por sus gemidos y soplidos que Paco estaba a punto de correrse le dije de cambiar de postura. No quería que aquella follada terminará aun.
Me fui hasta una destartalada camioneta y en la parte trasera me tumbé con las piernas bien abiertas, ofreciendo de nuevo mi culo a aquel pedazo semental.
Paco se acercó a mi lentamente, con su rabo bien duro. Viéndole con sus botas, su camisa sin mangas y su torso fuerte y peludo hacia que mi ojete se abriera de par en par deseando volver a tragar rabo.
Paco me cogió fuertemente de las piernas y me la volvió a clavar de golpe, no pudiendo evitar sentir un poco de dolor durante las primeras embestidas. El dolor se transformo rápidamente en placer, un placer que se incrementaba con el morbo de poder ver como aquel macho ibérico me la estaba metiendo hasta el fondo. Mi rabo no paraba de babear en todo el rato y tenía que controlarme de no correrme en cualquier momento. De repente la expresión de Paco cambió, empezó a gemir y resoplar aun mas fuerte e incrementó la intensidad de la follada. Sentía que me iba a partir en dos, tal era la fuerza con que me estaba follando en aquellos momentos. Cuando ya no pudo aguantar más el capataz saco su pollón de mi abierto culo y derramo su leche sobre todo mi cuerpo. En ese momento yo también me corrí y una buena cantidad de lefa salio de mi rabo.
Quedé exhausto tirado sobre la camioneta sin poder moverme mientras Paco iba recogiendo sus cosas y se marchaba sin despedirse. Me daba igual, sabía que antes de que acabará mi estancia en la finca volvería a encontrarme con el capataz.
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