Si pudieras levantarte un día y elegir quién te gustaría ser el resto de tu vida, o a qué te gustaría dedicarte o dónde te gustaría vivir, ¿qué contestarías?.
Te levantas a las 6.30 de la mañana y, tras perder el cercanías, tienes que correr porque no llegas al curro. Pasas 45 minutos de ida y otros tantos de vuelta en ese tren apestoso
(con el máximo respeto, pero ya se sabe cómo son las horas punta en el transporte público) para trabajar 8 horas en una cadena haciendo coches Ford. EL mejor momento de tu
jornada laboral es esperar a que pongan tu canción preferida en cualquiera de las emisoras de radio musicales del espectro sonoro español. Y ahí estás, las 8 horas esperando la
canción.
Llegas a casa a las 18.00 de la tarde y, hogar dulce hogar, discutes con tu novio porque no ha limpiado lo que le toca. Estamos en pleno siglo XXI y hay que respetar el reparto de tareas domésticas. Eso sí, antes de llegar a tu minúsculo apartamento has pasado por el gimnasio, porque la figura hay que mantenerla. Como hay que mantener a raya las arruguitas que te van saliendo alrededor de los ojos ("es de tanto reír", te engañas a ti mismo).
Para no salirnos de la dinámica de mantener la línea ni de esas operaciones bikini que empiezan en septiembre y empalman con los propósitos de año nuevo, tú y tu pareja cenáis unas pechuguitas, de pollo o de pavo. Cuidado con el cerdo y los embutidos, que ya se sabe lo que dice la OMS. ¿O resultó que al final no era para tanto? Bueno, por si acaso.
La guinda del día es ese momento en el que, por fin, te acurrucas en el sofá. "La primera vez que me siento en todo el día". Enciendes la televisión y canal por canal vas repasando programas de mujeres, hombres, gente desnuda, gente que se casa sin conocerse, príncipes engominados y princesas teñidas. Gana por goleada Gran Hermano y tú te repites "qué imbéciles son y cuánto dinero ganas". Te adormeces y tus párpados se van cerrando, mañana será otro día. Otro día menos para el fin de semana.
Pero en ese momento aparece una mariposa volando. "Mañana puedes elegir quién quieres ser, dónde quieres trabajar, en qué ciudad quieres vivir", te susurra. Hay un único requisito: tienen que ser sueños y lugares alcanzables para la fuerza de una mariposa.
¿Qué responderías?
Como personas, como seres humanos, tendríamos que plantearnos estas preguntas de vez en cuando. ¿A qué queremos dedicarnos? No vale utilizar la excusa de que no hay trabajo o que es imposible. ¿En qué ciudad me gustaría vivir? No sirve alegar que los pisos están muy caros o "es que ya tengo una hipoteca". ¿Qué me gustaría aprender a hacer? ¿A qué querría dedicar mi tiempo?
No pretendo que la mariposa nos permita soñar; habrá piedras y caídas en el camino. Pero seguro que también te hiciste algunas heridas cuando empezaste a montar en bici y seguro que nadie ni nada te impidió aprender a pedalear.
"Lo contrario de vivir es no arriesgarse”, decía Fito. Si no somos capaces de luchar por lo que creemos, por lo que nos hace felices; si no dejamos atrás el miedo, si nunca salimos de nuestra zona de confort, nunca conoceremos otra cosa. Solo si nos hacemos estas preguntas conseguiremos encaminar nuestra vida hacia la felicidad. Y no se trata de estar continuamente replanteándonos nuestra vida o no conformarnos o quejarnos.
Consiste en darnos cuenta de que la vida sólo es una.
Héctor Modrego
Asesoramiento sexológico y de pareja
Madrid - Zaragoza
hectormodrego@hotmail.es
Fotografia principal por ecosfera.com
Muchas gracias Alberto, por el momento llevo pocos articulos escritos ya que la consutla tampoco me deja mucho tiempo. Pero te dejo este que colgue hace un par de semanas haber si te gusta....
http://nosgustas.com/Articulos/7261-la-heterosexualidad-sin-armarios.html
Me ha gustado, te has ganado que te vuelva a leer el próximo artículo.
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