Seguro que en más de una ocasión vuestra pareja os ha dicho "Ven pa' ca', que te voy a poner mirando pa' Cuenca", y resulta que no habéis visto las casitas colgantes ni por asomo,
En su defecto, os habréis visto involucrados en un apasionado encuentro sexual, en el cual, intentando divisar fabulosas vistas sin éxito, vuestro amante se habrá colocado detrás de vosotros y os habrá hecho gozar de lo lindo.
Pero, ¿qué tiene que ver Cuenca en todo esto?, os preguntaréis. Y, ¿por qué es la excusa perfecta para seducir sutilmente a nuestr@ compañer@ de juegos eróticos?
Cuenta la leyenda que el guapo rey Felipe el Hermoso, monarca en Castilla durante el siglo XV, fue el causante de tan simpática frasecita.
Sabedor de sus encantos, promiscuo, y gran amante lujurioso, para poder engañar a su celosa mujer Juana (apodada tristemente, La Loca), ingenió un buen plan. Sabiendo que la reina odiaba todo lo relacionado con la ciencia, construyó algo en lo que Juana no mostrara ni un ápice de interés, evitando que le siguiera, y así conseguir el libertinaje que él necesitaba: Un observatorio astronómico en la torre más alta del castillo.
Desde allá arriba decía poder contemplarse la distribución de las ciudades de su territorio, entre ellas Cuenca. Aprovechando que la mayoría de las muchachas de la corte eran conquenses, le decía a la reina: “Subo con esta dama a la torre, que la voy a poner mirando para Cuenca”.
Los guardias del monarca, al darse cuenta de la fabulosa tapadera organizada por su pasional rey, no tardaron en difundir por todos los burdeles de Castilla la risueña expresión “Ven pa’ ca’, que te voy a poner mirando pa’ Cuenca”.
¿Verían las damiselas su querida ciudad desde aquella alta torre?
Pues no lo sabemos, pero sí es seguro que se llevarían un buen disfrute pa’l cuerpo de manos de un gran estratega, hermoso y amoroso rey.
© 2014 - 2024 Development by Clara Díaz Fonticoba. All Rights Reserved.