-Tomas, un chico de 17 años llegó a mi despacho diagnosticado de depresión, con un tratamiento de tres años. Había pasado la infancia en un pueblo pequeño, junto a la frontera portuguesa y le llevaron al médico porque lloraba mucho y estaba muy triste y raro. En realidad era una persona homosexual que no podía decírselo a nadie de su entorno.
-En una discusión sobre la legalización del matrimonio entre homosexuales, se levantó un señor de 85 años y contó lo siguiente: “cuando yo cumplía la mili, un soldado homosexual era insultado y maltratado de mil formas por los compañeros, el cabo, el sargento, el teniente, etc., Un día, cuando salió de paseo por Madrid se tiró al metro. A este soldado le mataron, fue un suicidio provocado por los demás”
Aquí tiene el lector casos, entre tantos, que demuestran la importancia de la ética de la diversidad. Se trata de respetar la libertad, la dignidad y los derechos que tienen las minorías sexuales y amorosas, porque tienen las mismas necesidades que el resto de la población.
El principio ético es el siguiente: : Toda diversidad sexual en las relaciones sexuales y amorosas ( diversidades como: identidades , orientación del deseo, personas con discapacidad, tipo de pareja, tipo de familias, relaciones sexuales etc.) deber ser respetada, siempre que sean compatibles con la salud y el bienestar de otros posibles afectados (como es el caso de los hijos en las familias que se separan, por ejemplo).
Este principio en realidad es una aplicación de los anteriores al caso de las minorías transexual, transgénero, homosexual, bisexual y las diferentes formas que pueden revestir las parejas y las familias así como las propias prácticas sexuales; pero es importante dedicarle, a este derecho a la diversidad, un principio expreso, porque éstas minorías sexuales han sido perseguidas entre nosotros durante siglos y lo son aun en numerosos países.
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