Nos hemos encontrado un interesantísimo artículo en la página web 'La realidad escondida' y no hemos podido evitar el compartirlo con vosotros, y mucho más estos días, en los cuales el éxodo de musulmanes del Cercano Oriente hacia Europa está preocupando a mucha gente, aunque el artículo no es nuevo, pero sí que es super 'actual'. Y todo hay que decirlo, el título no es 'real', pero la definición de 'Queer' todavía no es exactamente conocida por el gran público, y añadir la palabra 'homosexual' sabemos que despertará más curiosidad, y de esta manera, la información llegará a más gente.
Análisis del artículo “Musulmana, queer, feminista: tan complicado como suena”. ¿Musulmana atípica?
El análisis lo realizaré más abajo, ahora os traduzco el artículo original: “Muslim, queer, feminist: it’s as complicated as it sounds“.
Existen tres aspectos de mi identidad que no pueden ser separados de los demás:
Soy una mujer queer
Soy feminista
Y creo que solo existe un dios, Alá, y que Mahoma es el mensajero de Alá.
Si, es la tercera la que suele causar mayor reacción.
Yo crecí como musulmana, pero en mi adolescencia, me desilusioné enormemente con la fe. Habiendo terminado de leer el Corán en inglés la primera vez, empecé a apreciar la facilidad con la que la gente tergiversaba y re-interpretaba el libro para satisfacer sus propias necesidades.
Me di cuenta que mi padre me lo había hecho durante años, con sus reglas que me juraba que provenían “de Dios” y las restricciones que me imponía en mi comportamiento que formaban parte de ‘yo misma siendo una buena musulmana’. Tápate para que los hombres no se fijen en ti; no te centres en ti misma, evita la compañía de los hombres, estar alrededor de ellos siempre será una tentación para ambos. Obedece a tus mayores en todos sus dictados, incluso cuando sepas que están equivocados. Abstente del sexo, y de cualquier intimidad extra-matrimonial. Sé casta. Enorgullece a tu familia. Sé la definición de buena que la gente que pase por tu vida esperará de ti.
Todo parecía tan práctico, la forma en la que cada vez mi padre quería que hiciese algo, podía encontrar un motivo religioso, pero cuando señalaba en el Corán cosas que parecían contradecirle, siempre tergiversaba las palabras para que él tuviese la razón. Era frustrante y exasperante. Fue en ese momento cuando dejé de creer ciegamente a mi padre. Pero esa es otra historia.
Creo recordar que tenía 16 años cuando le di otra oportunidad al Islam, desde mi propio punto de vista esta vez. En aquella ocasión, hice amigos gais; me crié en silencio, y tuve enamoramientos tanto con chicos como con chicas; canté en coros y actué en escenarios sin el conocimiento de mi padre; fomenté amistades con chicos e incluso flirteé un poco, a pesar de que fuese en secreto.
He estado observando mi propio desarrollo – aunque a mi manera juguetona y rara, pero con una futura promesa de lo que llegaría a ser – en el espejo del baño adentrada la noche cuando todos estaban durmiendo, preguntándome como sería si alguien me pillase, incluso deseándolo. E incluso pensé en el Corán como una niña pequeña y como me hacía sentir como conectando con algo mayor que yo misma, algo que estaba teniendo lugar para un pececillo fuera del agua como yo. Me preguntaba si podría encontrar esa conexión de nuevo, si quizás había algo más allá del Islám que hombres autoritarios diciéndome lo que hacer. Quizás ese fuese el mensaje para mi, y podía encontrarlo.
Así que miré. Leí el Corán en árabe, y luego otra vez en inglés – más críticamente, esta vez, mi mente sin limitaciones expectativas que pudiese encontrar que me confirmase lo que se me dijo de niña. Leí sobre la historia islámica y el desarrollo y la paralización de la ley Sharia.
Y mientras hacía todo eso, me observé internamente. Recé. Medité sobre quién era y qué quería y hacia dónde iba y dónde acabaría mi camino. Lo hice tal y como me instruyó Alá: me cuestioné todo. Lo hice tal y como me instruyó mi profeta: busqué el conocimiento. Lo busqué en todos lados – en el Corán, en comentarios/debates religiosos, en las tradiciones musulmanas (Hadithes en inglés), en los sagrados textos de otras creencias, en debates con amigos que creían que el concepto de creador era tan absurdo como la idea de que el mundo era plano. Bebí de todo ello, lo filtré con la lente de mi propia realidad, busqué en ello lo que sentía que estaba dirigido hacia mi.
Fue un proceso largo. Ni siquiera lo he terminado. No se si algún día lo terminaré. He gastado muchas, muchas horas enterrada en pilares de libros o en profundas oraciones o enganchada en largas conversaciones con mi pareja sobre la naturaleza del bien y del mal y el sentido de la vida y sobre el propósito de Dios para nosotros, o siquiera si hay algún propósito. Creo que he encontrado algunas respuestas, y también creo que algunas nunca las llegaré a encontrar, pero no me impedirá seguir buscando. Pero esto es lo que he encontrado hasta ahora:
Es compatible ser queer y musulmana: esto era lo más sencillo de todo.
Las restricciones sobre sexo pre-matrimonial con personas del mismo sexo, era perfectamente sensato en una sociedad sin anticonceptivos ni antibióticos, donde no había tests de paternidad o leyes que garantizaran la ayuda a los hijos (a pesar de que el Islam sí tiene ayudas para la esposa en un divorcio).
Yo tengo acceso a condones, a seguro dental, al anticonceptivo oral, a la penicilina, a los tests anti-ETS (enfermedad de transmisión sexual)… Puedo llevar a cabo un aborto si lo necesitase. Según Alá, el Islam es para todos en todos los tiempos. No creo que Dios quisiese que viviésemos para siempre, como si nunca hubiese existido el progreso científico.
Y lo más importante, creo que mi Dios es un dios de amor, donde todas las expresiones de amor entre personas de cualquier y todos los géneros, es una de los más sagrados actos que los humanos podemos realizar. El amor que puedan profesarse dos hombres o dos mujeres o una pareja género-discordante, o incluso varios adultos que lo consientan de diferentes géneros, es algo divino y sagrado.
El amor de una pareja gay a un niño adoptado o por gestación subrogada es algo sagrado. No creo que mi Dios, el más caritativo, el más compasivo, nunca tendría rencor por ningún acto de amor humano.
Yo creo, de hecho, que es a través del amor como podemos expresar la parte de nosotros mismos que más se acerca a Alá en materia y espíritu. Estamos creados para amar. Fuimos creados para expresar el amor y compartirlo con los demás.
Es posible ser feminista y musulmana: Es posible ser sexualmente activa, respaldar los derechos de l@s trabajador@s sexuales, respaldar los derechos de las mujeres que trabajan o se quedan en casas (ambas protegidas en el Corán), respaldar los derechos de las mujeres que pidan satisfacción sexual (también garantizado en el Corán), a pesar de ser musulmanas.
Es compatible respaldar ambos, el derecho de una mujer a llevar burka o nicab (velo que cubre el rostro) o dupatta (velos como las que usan las mujeres en la India) y el dereho de una mujer a llevar minifalda y tacones.
Creo que el hiyab es más modesto – Yo creo que es sobre comodidad, límites y decidir por nosotras qué es lo que queremos y no queremos que los demás vean. No todas las mujeres musulmanas se cubren el pelo – ni siquiera todas las mujeres devotas y religiosas (Mu’mineen en árabe). Yo creo, por las mismas razones que he dicho antes, que una mujer puede disfrutar de relaciones íntimas extra-matrimoniales con su pareja, si además lo hace de forma segura. Creo que las mujeres tienen el derecho de vivir sus vidas sin miedo al tormento de los hombres, otro derecho que recoge el Corán. Alá nos dice que el Islám es una religión permisiva. Está para hacernos las vidas más sencillas, más felices y más pacíficas. El feminismo también está hecho para hacer nuestras vidas más sencillas, más felices y más pacíficas. El Islám también es una religión sobre justicia (‘el Más Justo‘ es uno de los 99 nombres de Alá), y el feminismo es un movimiento por la justicia.
El Islám, en mi opinión, es – o puede ser – una fe de feminismo intrínseco.
Es posible ser yo misma y ser musulmana: Yo llevo minifaldas. Yo flirteo con chicas guapas en los bares. Yo dejo perpleja a mi madre con mis camisetas escotadas y mis piernas descubiertas. Tengo amigos de género masculino. Yo he querido a mujeres y a hombres y a personas que no son ninguno, o ambos o una compleja mezcla. El Islám no es mi padre diciéndome que no puedo unirme al coro porque una buena chica musulmana no canta en público. El Islám no es un hombre diciéndome que necesito cubrirme o sentirme avergonzada. Alá no me exige estar avergonzada de mi misma. Alá me pide que ame, que sea compasiva, que sea empática, ofrecer mis servicios al creador y a la creación. Éstas, son cosas que puedo y deseo hacer felizmente.
La palabra “Islam” significa “sumisión pacífica a Alá”. La palabra “musulmán” significa “el que se ha sometido”. Yo he abierto mi corazón al amor de Alá y me ha llevado a ser una persona que ama más. He aceptado pacíficamente la idea de que debo vivir al servicio del creador y de la creación, y me da alegría y paz hacerlo. Tengo un camino y un propósito. Ahora entiendo un poco por qué estoy aquí y qué debo haer. No lo conozco todo. De hecho, ni siquiera se si lo que hago está bien. Pero lo que sí sé, es que sea la que sea la decisión que tome, mientras Alá esté en mi vida, será según mi voluntad – como una feminista, como una mujer queer. Como musulmana, devota a Alá, llevando el mensaje de amor y esperanza y compasión y paz del Corán en el corazón para siempre. Como una servidora de la creación: una mota viviente en una mota orbitante en una mota rodeada de otras motas, formando una tan larga que solo alguien exterior podría verla entera.
Yo no hablo por el Islám. Yo no hablo por los musulmanes. Yo hablo por una musulmana: yo misma. Hay tantas interpretaciones del Corán como lectores de sus textos. Ésta es la mía: una queer, una interpretación feminista de mi propia identidad queer, una vida feminista. Es mi camino a la paz. Es la libertad incondicional para los grilletes de mi incertidumbre. Es mi mayor y mi más puro amor. Y es sólo mío. No es el de mi padre o el de mi madre. Es mía solamente. Mi Islam. Mi forma de vida.
17-05-2017 | nosgustas.com
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