El año olímpico 2014 comenzó en febrero con una fiesta por todo lo alto en Sochi, donde se disputaron los Juegos más caros de la historia, y se cerró en diciembre en Mónaco con la reunión convocada por el COI para estudiar, precisamente, medidas para hacer los Juegos más baratos sin que pierdan atractivo, según publicaron en la página web del diario La Vanguardia.
Los 50.000 millones de dólares que se gastó Rusia en sus Juegos de invierno impactaron tanto a otras ciudades con aspiraciones olímpicas que la lista de candidatas a los Juegos, también invernales, de 2022 se fue consumiendo hasta quedar solamente dos, Almaty y Pekín.
La posibilidad de que los Juegos dejen de interesar a los gobiernos, que luego tendrían que justificar ante sus ciudadanos un exceso de inversión, hizo saltar las alarmas en la sede del COI en Lausana (Suiza), donde el presidente Thomas Bach propuso una serie de reformas, agrupadas en la Agenda 2020, que fueron aprobadas en Mónaco en su totalidad a principios de diciembre.
Sin más tardanza, en enero de 2015 se lanzará un nuevo proceso de candidaturas a los Juegos de 2024, más sencillo, barato y flexible. Las aspirantes tendrán que presentar proyectos acoplados a su modelo de ciudad, con prioridad para las instalaciones ya existentes o de construcción provisional.
En busca de un mayor ahorro, si una ciudad estima que para organizar los Juegos necesita instalaciones que están en otra ciudad o incluso en otro país, puede pedir permiso al COI para hacerlo.
Otra derivada de Sochi, y de la polémica que precedió a los Juegos por culpa de la legislación rusa contra la propaganda homosexual, fue la inclusión entre los principios del olimpismo de la no discriminación por razón de la orientación sexual.
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