A la mayoría de nosotr@s, cuando éramos niñ@s nos encantaban los cuentos: ese muñeco de madera que cuando mentía le crecía la nariz, esos tres cerditos que nos hacían sonreir, y un sinfín de "clásicos" y no tan clásicos con los que disfrutábamos de una manera peculiar.
Pero los tiempos cambian. Hace unos años los grupos de música infantiles cantaban "canciones para niñ@s", y hoy interpretan las canciones más vendidas de sus artistas favoritos, pero con esa voz característica de la chiquillería.
Y como los tiempos cambian, el fotógrafo madrileño Miguel Rodríguez ha decidido traducir algunos de los cuentos clásicos infantiles. Porque, todo es posible, y Pocahontas podía ser perfectamente un "hombretón" que se enamoraba de John Rolfe, con quién compartió el resto de su vida. Y por supuesto que Caperucita pudo ser un guapo muchacho, y el cazador que le salvó convertirse en su apuesto novio.
Con estas ideas en la cabeza, nuestro amigo Miguel se puso manos a la obra, y el resultado final de su trabajo es lo que vais a ver a continuación.
POCAHONTAS (Nuestro "otro" cuento)
Pocahontas era el hijo mayor del Jefe Powhatan, jefe de la Confederación Algonquina en Virginia. En "lengua algonquina" su verdadero nombre era Matoaka, pero se le conocía por su mote, "Pequeña Silenciosa".
El guapo Pocahontas se enamoró de John Rolfe, con quién vivió el resto de su vida, cambiando su nombre por el de Thomas Rolfe. Años después, la leyenda hablaba del tal Thomas como el hijo de John y Pocahontas, pero nosotros sabemos la realidad: "no era su hijo, sino su pareja".
BLANCANIEVES (Nuestro otro cuento)
Fueron los hermanos Grimm quienes popularizaron en el siglo XIX la versión más conocida de Blancanieves, pero antes de esto, Blancanieves era un buen mozo enamorado de un terrateniente de la localidad. Su madre, histérica de los nervios por la "vergüenza" que significaba tener un hijo homosexual quiso acabar con él.
Nuestro Blancanieves huyó, y acabó viviendo en una casa con otros "siete homosexuales desheredados". El resto de la historia ya la conocéis.
Por supuesto que acabó el resto de sus días viviendo con su amor, y su madre, pues tuvo que "aguantarse" (por no decir joderse, con perdón).
CAPERUCITA ROJA (Nuestro otro cuento)
Érase una vez un niño de pueblo, el más guapo que se haya podido ver nunca. Su madre le quería con locura, y su abuela aún le quería más. Esta buena mujer le había hecho a su nieto una capa roja con capucha, que le sentaba tan bien al niño, que por todas partes le llamaban Caperucita Roja.
Un día su madre, que había hecho unos pasteles muy ricos, le dijo:
-Ve a ver cómo se encuentra la abuela, pues me han dicho que está algo enferma, y le llevas unos pastelitos y un tarrito de mantequilla.
Caperucita Roja salió enseguida hacia la casa de su abuela, que vivía en otro pueblo. Al atravesar el bosque se encontró con el compadre lobo, que tenía muchas ganas de comérselo, aunque no se atrevió, pues estaban cerca algunos guapos y fornidos leñadores. Le preguntó que adónde iba, y el pobre niño, que no sabía que es peligroso pararse a hablar con un lobo, le dijo:
-Voy a ver a mi abuelita, y a llevarle estos pastelitos y este tarrito de mantequilla.
¿Te suena?. Pues el amor surgió con el cazador después de ser salvado junto a su abuela de la barriga del lobo. Y en aquel lejano bosque, vivieron su amor sin complejos ni problemas.
CAMPANILLA (Nuestro otro cuento)
Campanilla se dedicaba a "ajustar" la ropa de todos los artistas del momento, pero, sorprendentemente, pensaba que lo hacía mal.
Teñía los trajes, añadía plumas a los sombreros de las artistas, pero su mayor pasión era "transformarse" él mismo en cualquier personaje.
Pero sus transformaciones eran simplemente horribles, y tuvo que aprender a olvidarse del "qué dirán", y cuando sin esperarlo se subió al escenario delante de cientos de personas, contó su historia, y Campanilla se convirtió en la primera persona en "salir públicamente del armario como Transformista", y así descubrió que cuando se és uno mismo, ocurren cosas maravillosas.
¿Acabáis de descubrir como los cuentos se pueden transformar?. Gracias a Miguel Rodríguez y sus colaboradores, hemos descubierto estos cuentos, que quizá, porqué no, podriamos contar también a nuestr@s hij@s o alumn@s.
Simplemente nos queda dar las gracias a los cuatro bombonazos que han conseguido mostrar el lado homoerótico de nuestros cuentos infantiles:
-Emilio versus Blancanieves
-Oscar versus Pocahontas
-Mirko versus Caperucita Roja
-Jaime versus Campanilla.
Y por supuesto a l@s estilistas: Eva Durán / Susana Montalvo / Vidal Rodríguez.
Y como no, al artistazo que ha "retratado" de esta manera tan magistral, Don Miguel Rodríguez.
Para conocer más su trabajo, pincha aquí, o directamente en su Facebook.
La idea es original, pero no debe profanarse asi una tradicion de años de estos cuentos infantiles, mejor crear algunos nuevos cuentos y dejar los tradicionales, seguir su curso normal.
Me encanta!! Muy original. Enhorabuena!!!
Impresionante!!!. Muy buen trabajo.
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