Una pareja homosexual cuenta cómo conforman una familia con el hijo biológico de uno de ellos, en un fantástico artículo publicado en la página web eltiempo.com
El niño mira hacia la derecha y dice:
"Él es mi papá Antonio".
Mira hacia la izquierda y dice:
"Él es mi papá Francisco".
Así, con plena naturalidad, el niño, de tres años, cuenta que tiene dos papás. Aún está muy pequeño como para preguntarse si eso es bueno o malo. Desde que nació ha estado rodeado por ellos, por su amor y protección. Ambos se han encargado de su crianza y cuidados: de darle los teteros, de cambiarle los pañales, de llevarlo al pediatra, de cuidar sus primeros pasos, de llevarlo a la escuela de fútbol.
En un viaje reciente a Argentina, Francisco encontró unos cuentos infantiles que, precisamente, abordan el tema de la diversidad de familias que existen en la sociedad actual: del niño que es criado solo por la mamá, o por el papá, o por los abuelos, o por dos mamás o dos papás.
El hombre, de 31 años, espera que crezca, tal vez uno o dos años más, para leerle esas historias y empezar a explicarle que la familia en la que está creciendo tal vez no sea como la mayoría. Solo que es distinta. Especial.
Cuando se conocieron, Antonio ya tenía un hijo, que hoy tiene 25 años. “Estudia medicina, es músico y un ser humano maravilloso. Y sí, es heterosexual, y siempre ha sabido que su padre es homosexual”, cuenta el hombre, abogado de 42 años. Su hijo, dice, nunca lo ha recriminado ni irrespetado. También ha sabido, siempre, que sus padres eran compañeros de colegio, muy jóvenes e inexpertos. Y que su madre biológica decidió entregárselo a su padre porque no tenía las condiciones para criarlo.
“Es un muchacho como cualquier otro, feliz, sin traumas ni nada raro; siempre ha estado rodeado de mi amor y del de toda mi familia”, sigue Antonio.
Francisco, de 31 años y también abogado, reconoce que al ver a su pareja, con su hijo, realizado como ser humano y padre, quiso seguir su ejemplo. “Estaba cerca de graduarme de la universidad y me pregunté: ¿Qué sigue? ¿Trabajar, ahorrar, tener dinero, viajar por el mundo? No. Debía buscar algo que fuera el motor de mi vida”, cuenta. Fue así como nació la idea de ser padre. El problema era: ¿cómo?
Buscaron. Primero en Internet. Escribieron la palabra ‘alquiler de vientres’ y encontraron un nutrido listado de mujeres dispuestas, sobre todo en Cali, Pereira y Medellín. Contactaron a una. La conocieron. Le ofrecieron 15 millones de pesos y ella aceptó. Era una mujer joven y sana. Hubo varios encuentros íntimos, pero no quedó embarazada.
Acudieron a una clínica de fertilización del Valle del Cauca, donde les ofrecieron el paquete completo: conseguían la mujer idónea, hacían el tratamiento y les entregaban el bebé. Todo por 40 millones de pesos. Demasiado dinero para ellos.
Así que le hicieron la propuesta a otra mujer, que aceptó los 15 millones de pesos y un salario mínimo mensual durante el embarazo. Ellos estuvieron con ella todo el tiempo, en los controles médicos, en el momento del parto. No fue fácil para ella desprenderse de la criatura, pese al trato hecho y a ser madre de otros tres hijos, admiten. La mujer, sin embargo, renunció a la patria potestad del pequeño.
Y así empezaron a criar al niño como el hijo de ambos, con el respaldo de las dos familias. A la abuela le dice: mamá. Y la idea es que, mientras vaya creciendo, conozca la verdad, como en el caso del hijo de Antonio.
“El niño me adora, sabe que soy uno de sus papás. Pero se muere de amor por Francisco, a él lo quiere más. La sangre siempre tira”, se ríe Antonio quien ahora, de cara al fallo de la Corte que autorizó la adopción de dos niños a la pareja de una madre lesbiana, se encuentra frente a un caso similar.
“Antes no estaba muy seguro de querer rotular al niño con esa carga ante una sociedad que sigue siendo muy discriminatoria. Pero ahora, de cara a la legalidad y a las circunstancias, es necesario hacerlo”, sigue el hombre.
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03-11-2014 | nosgustas.com
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