Se denominan así a las pieles que por diversas causas tienen tendencia a reaccionar ante agentes externos o enrojecerse.
Una piel sensible es una piel poco protegida, vulnerable que ha perdido su barrera de hidratación y por lo tanto, su capacidad natural para protegerse y retener agua. Así, presenta un aspecto apagado, tirante y descamado, que le hace permanecer constantemente amenazada ante cualquier tipo de agresión externa. De ahí que las pieles secas o muy secas sean a menudo las más sensibles y propensas a irritaciones. Pero una piel sensible no significa necesariamente que sea seca, se puede tener la piel grasa y mostrar sensibilidad ante ciertos productos o factores ambientales.
Las razones para tener una piel sensible son diversas: la predisposición genética, enfermedades hereditarias, el paso del tiempo, los cuidados incorrectos o el consumo de medicamentoss hacen que la piel se halle desprotegida, perdiendo su potencia natural.
Con el paso del tiempo la piel se vuelve más fina y seca. Las repetidas exposiciones al sol han ido destruyendo las estructuras de soporte: el colágeno y la elastina.
En el caso de las feméninas, después de la menopausia disminuye la cantidad de hormonas que se encargan de la producción de aceites. La piel se vuelve más seca y pierde parte de su protección (los lípidos y la grasa). Por este motivo se vuelve más vulnerable ante sustancias inofensivas hasta ahora, desarrollando una cada vez mayor sensibilidad.
Algunos tratamientos intensos utilizados en estética pueden resultar también demasiado fuertes, llegando a sensibilizar la piel. De igual manera, el uso excesivo de detergentes modifica la estructura natural de la piel.
La piel se vuelve sensible, no nace sensible. Se modifica hacia esta vulnerabilidad volviéndose permeable ante agentes irritantes debido a que los “queratinocitos” no producen lípidos adecuados (ácidos grasos, colesterol, ceramidas). Además, estos lípidos en muchos casos son extraídos por limpiezas sucesivas con jabones y detergentes. O simplemente un exceso de sol y contaminación destruyen los lípidos por los radicales libres generados por esto.
No hay que confundir sensibilidad con alergia. Cualquier persona puede sufrir una alergia o eczema de contacto provocado por una sustancia, sin necesidad de tener la piel sensible.
Fotografías del modelo Max Papendieck del artículo "El modelo que te deja sin aliento".
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