Luis Alberto González narra su experiencia: "¿Una nueva forma de hacer Iglesia?". El obispo de Canarias "bendice" el matrimonio gay de un docente de Religión de Lanzarote. "Consideré oportuno enviar una carta a Francisco Cases, exponiendo mi situación".
Con esos titulares encontramos en la pagina web periodistadigital.com la opinión del profesor que esperaba ser despedido por el obispado, y que un año después, continúa con su labor docente.
Yo era el primero que pensaba que éste ya no era mi sitio y hacía lo correcto ante la institución eclesiástica. Pero el tiempo va pasando y me veo gratamente sorprendido con una aceptación de mi situación.
Contraje matrimonio civil con otro hombre en 2012. El tema no tendría mayor trascendencia si no fuera porque soy profesor de secundaria de religión católica, por lo que consideré oportuno enviar una carta a Francisco Cases, obispo de Canarias, al término de ese curso escolar exponiendo mi situación y entendiendo que sería retirado de mi puesto de trabajo en función de lo que establece el Código de Derecho Canónico.
Además, la doctrina de la Iglesia es la que es, la que no ofrece otra salida a homosexuales más que "vivir en castidad" dado que los actos homosexuales son "intrínsecamente desordenados" y "no pueden recibir aprobación en ningún caso" (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2357).
Que el Papa Francisco comente ante un micrófono que él no es quién "para juzgar a un gay que busca al Señor" no significa que la Iglesia pueda ver con buenos ojos una relación homosexual. Para la Iglesia no es lo mismo un gay que una relación gay, aunque esto pase desapercibido a muchas personas no familiarizadas con el medido lenguaje eclesiástico.
Continuando con mi caso particular, el mismo día del envío de la carta al Obispo me puse en contacto con Hipólito Cabrera, Delegado de Enseñanza y Vicario General de la Diócesis, quien me agradeció mi sinceridad a la par que me convenció de que escribiera también una instancia al Obispo solicitando la retirada de idoneidad como profesor de religión. Por deferencia seguí sus reglas.
Yo era el primero que pensaba que éste ya no era mi sitio y hacía lo correcto ante la institución eclesiástica. Pero el tiempo va pasando y me veo gratamente sorprendido con una aceptación de mi situación: Transcurrido más de un año no hay respuesta ni a la carta ni a la instancia dirigida al prelado.
La legislación vigente tiene perfectamente articulado el procedimiento para despedir a un profesor de religión que haya dejado de cumplir los requisitos que establece la Iglesia (refrendado en 2007 por el Tribunal Constitucional).
Mi caso es una minúscula pavesa que puede ser apagada en cualquier momento. Así todo, comparto mi experiencia. Como me dijo un compañero de trabajo al concluir el último curso escolar: "Tu caso genera debate, es una muestra de la nueva realidad social que afecta de lleno a la Iglesia". En cuanto a mi futuro, tanto si me despiden como si continúo como profesor de religión lo afrontaré como oportunidad.
La verdad es que me han quitado un peso de encima teniendo toda la información sobre la mesa (incluso con registro de entrada en el Obispado). La fidelidad a mi conciencia me otorga libertad, no temor. Suceda lo que suceda, ya es un hecho innegable que después de celebrar un matrimonio haya seguido -y siga- enseñando y ayudando a tantos jóvenes a buscar lo esencial del mensaje cristiano, contribuyendo a la renovación de la sociedad y de la misma Iglesia.
Para leer todo el texto, podéis hacerlo pinchando directamente aquí.
© 2014 - 2024 Development by Clara Díaz Fonticoba. All Rights Reserved.