- Hola , me llamo Juan, y soy alcohólico...
Esta frase típica del cine, cuando un personaje acude a reuniones de Alcohólicos Anónimos, esconde, pese a lo simple y estúpida que parezca, una realidad bastante poco glamorosa y nada cinematográfica.
Tras ella existe alguien vencido por la vida, derrotado y entregado a un vicio que, a esas alturas, cuando se encuentra reconociendo su problema, no ha hecho más que empeorar una existencia ya de por sí vacía.
O puede que precisamente haya sido esa vida tóxica lo que ha destruido a la persona.
No creo que sea necesario sufrir carencias previas para caer en las malas costumbres. Basta dejarse llevar para entrar en un mundo de excesos donde todo se disfraza de diversión.
Las modas parecen creadas sólo para personas con autocontrol, con capacidad para conocer los límites, pero es todo lo contrario... Tanto el alcohol, como las drogas, como el tabaco se aprovechan de algo innato del ser humano: su inconsciencia.
Y yo añadiría que la situación actual, donde todos parecemos caminar sin rumbo, donde es difícil encontrar la coherencia en nuestra forma de vida, agrava aun más esa predisposición a entregarnos a cualquier cosa que nos proporcione un placer inmediato, sin importar cuales sean las consecuencias.
No existe el futuro, y ese proverbio del latín, Carpe Diem, parece ser nuestra única guía.
La manera de relacionarnos con los demás, y lo que es peor, de sentirnos integrados, esta cada vez más unida al consumo y a la vida insana. Y para quien en este momento piense que exagero, sólo tiene que mirar en las encuestas la edad a la que los chavales se inician en el consumo de alcohol o drogas. O pasando de las encuestas, sólo mirando alrededor, ¿no es ya patente el problema?
La sociedad es hoy más que nunca una compañía tóxica, antinatural según mi opinión.
Y quien hoy escribe estas líneas, puede dar buena cuenta de hasta qué punto esa vida tóxica llega a condicionar tu comportamiento; tu presente y tu futuro.
Y de una forma estúpida además, pues una vez pasado el periodo en que esos vicios te aportan placer, una vez se han apoderado de ti y son tus verdaderos amos, ni siquiera el consumo puede devolverte ni por un instante la felicidad que él mismo se encargó de quitarte.
Por supuesto hay elección, por supuesto que el que cae no está libre de culpa, pero cuando has nacido en una sociedad en que el alcohol es tan natural como el agua, y tomar drogas o fumar son parte del proceso de integración social...
La familia y su manera de educar tienen mucho que decir en esto, pero mi experiencia es que son las compañías externas las que suelen llevarte al error de sentirte más realizado si entras en el juego de los vicios.
Tengo, como ya he dicho, algo de experiencia con este problema, bastante en realidad, y por ello me siento con la capacidad, y la necesidad, de aportar algunas soluciones a todo aquel que se pueda encontrar buscando una salida.
Y como siempre, los que me leéis habitualmente lo sabéis, mi consejo pasa por acercarse lo máximo posible a lo que realmente somos.
Mirarse al espejo, e identificarse con lo que éste refleja es algo cada vez más complicado... y la única manera de que sea así es prescindiendo de todo el peso que la vida, los golpes y los errores nos ha obligado a cargar.
Hay que dejar atrás el arrepentimiento. Y la solución empieza por separarse de ese otro “yo”, por encontrar tu propia esencia, por apartarte de todo o todos si es necesario... Vacía lo máximo posible tu mente, para volver a llenarla después de buenos hábitos; esos que de verdad tienen que ver contigo y te hacen más autentico. Ese quien eres.
No es fácil, pero es posible.
Espero vuestros comentarios.
Y GRACIAS por leerme.
Hasta la próxima, aquí os dejo con unas cuantas citas al respecto de estas “Costumbres tóxicas”.
“Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos”
Confucio
“Todos los vicios, con tal de que estén de moda, pasan por virtudes”
Moliere
“Si todos los años extirpáramos un solo vicio, pronto llegaríamos a ser hombres perfectos”
Thomas De Kempis
“Todo vicio trae siempre su consiguiente excusa”
Publio Siro
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