¿Quién no ha pensado alguna vez en tener descendencia? ¿En criar a un hijo para que fuese su viva imagen o que pudiese realizar todos aquellos sueños que uno de joven no pudo? ¿Y quién no ha sentido la llamada del instinto para ello?
En el caso de las familias LGTB, algunas optan por métodos de reproducción asistida y otras optan por la adopción. Cualquiera de las dos opciones supone un desembolso económico y una búsqueda interior de los motivos para educar al nuevo miembro de la familia.
Sea como fuere, la criatura que se va a incorporar a ese núcleo, es alguien único e irrepetible. Con sus gustos, sus aficiones, sus manías, sus aciertos y sus errores, con sus capacidades físicas y psíquicas y con sus necesidades de afecto. Las parejas y matrimonios lgtb que se deciden a tener descendencia han sido de las que más se lo han pensado y valorado. Han tenido en cuenta no solo el aspecto económico, sino también el entorno familiar más amplio en el que se va a desarrollar el niño o la niña. Cuando estas parejas hacen referencia a su entorno familiar, incluyen a los familiares de sangre y los grandes amigos, que más de dos veces han actuado como si de la familia se tratase.
Todas estas parejas lgtb han escuchado aquello de “para el normal desarrollo del infante, son necesarias la presencia de las figuras del hombre y de la mujer, ya que servirán como referentes en su vida” Sin querer entrar en lo que los expertos consideran hombre y mujer como papel social, cualquiera ha podido comprobar cómo las viudas de nuestra guerra han sido capaces de criar a los hijos que tenían y sin el apoyo de un marido. Bien es cierto que todas ellas contaban con figuras de mujeres y de hombres, porque en la calle, en el mercado, en el pueblo, en el colegio y en todas partes, las mujeres y los hombres se podían encontrar. En la actualidad, esta situación todavía es más abierta, ya que en el propio lugar de enseñanza existen profesores y profesoras y los medios de comunicación también presentan diferentes hombres y mujeres.
Así pues, esa necesidad de figuras masculinas o femeninas ausentes, no es lo más importante a la hora de educar a un niño o a una niña. Lo que debe priorizar es que ese hogar sea en verdad su hogar, que sienta desde el primer momento que es querido, que se le protege, se la ayuda a desarrollarse como persona válida para el mundo y que el cariño que reciba sea un cariño incondicional.
© 2014 - 2024 Development by Clara Díaz Fonticoba. All Rights Reserved.